La superstición es por definición "una creencia extraña a toda fe religiosa y contraria a la razón". Sin embargo, pocos son los valientes que se animan a caminar debajo de una escalera con la frente bien alta o se pasean al lado de un gato negro, como si se tratase de uno blanco. Muchos, ni siquiera conocen los motivos por los que romper un vidrio no tendría las trágicas consecuencias que ocasionaría romper un espejo o por qué no es lo mismo derramar azúcar que sal, pero son millones los que día a día se cuidan de caer en la desgracia.
Al parecer, según cuenta la leyenda, la culpa de que los supersticiosos maldigan cuando se cruzan con un gato negro la tendría la única hija del emperador chino Lyn Hi Tian, que tenía uno como mascota hasta que un maldito día se le escapó. Entonces, su padre realizó una advertencia generalizada: todo aquel que viera pasar un ejemplar similar y no lo capturase sería castigado con pena de muerte. Hasta el día de hoy, cruzarse con un gato negro es un mal augurio y para revertir la maldición es preciso dar siete pasos hacia atrás.
Los espejos eran considerados antiguamente un reflejo del alma, dañarlo resultaba similar a dañarse a sí mismo. El mito de los espejos rotos también se apoya en que los primeros eran costosísimos y quienes tenían la fortuna de poseer uno, atemorizaban a sus criadas asegurándoles que en caso de romperlos la desgracia recaería sobre ellas. Según indica la creencia popular, las consecuencias podría evitarse recogiendo los pedazos y guardándolos en un frasco con agua.
Las escaleras abiertas forman un triángulo, que representaría la Santísima Trinidad y violarla, pondría a quien lo atraviese en sincronía con el Diablo. Por otra parte, en Francia durante el siglo VII, a los criminales que iban a ser colgados se los hacía caminar debajo de una escalera. Aunque el mito podría estar fundado en una cuestión lógica y preventiva: cualquier que camine debajo de una queda expuesta a recibir el golpe de alguna herramienta porque, generalmente, las escaleras son usadas en obras en construcción o reparaciones.
El más popular de todos los desgraciados mitos es el número 13, que combinado con un día martes (o viernes para la cultura anglosajona) podría ser letal. Los motivos sobre los que se basa este mito son variados. Por un lado, se lo relaciona con leyendas griegas y el Dios de la Guerra. Por otra parte, es el día regido por el planeta rojo, sinónimo de destrucción. Aunque contrariamente, para muchos, representa un día de buena suerte.
Y así, como hay situaciones que mejor evitar, también están esas personas que mejor no nombrar o cruzarse: los famosos "Jetattore", personas desgraciadas si las hay, que son capaces de contagiar su mala suerte a quienes los rodean. Cuestión de creer o reventar.
Lucía Bertotto