Seguramente la peor cosa que puede hacer una pareja feliz y sexualmente imaginativa es intentar imponerse como meta el orgasmo simultáneo. Convengamos: lograrlo puede ser tan difícil como fácil. Es casi como una lotería, no depende de uno o de alguno de los integrantes de la pareja, depende de ambos, de la particular combinación que hacen cuando están en la cama. Así es que hay parejas que pueden experimentarlo sin siquiera proponérselo y hay otras que lo intentan, lo intentan y resulta que no y no pueden.
Es que algunos lo persiguen como si fuera una especie de nirvana del sexo: el momento en que pasan a formar parte del otro, un momento elevadísimo de pura gloria sexual, emocional, los cuerpos que se fusionan... las almas que se fusionan y otras fusiones más...
Y no es que quiera ser aguafiestas. Es un lindo momento. Una cosita especial. No se puede discutir. Pero déjenme decirles también que a veces no lo es. A veces es solamente un fenómeno físico-químico por decirlo de alguna manera: cuando, por ejemplo, sucede en una sesión de sexo ocasional, con alguien cuyo apellido desconoces y ni te interesa. Justo después de que pensás que mucho no te gusta y plop, se despachan con un orgasmo simultáneo que no significa nada. Apenas una extraña coincidencia. Como cruzarse en una esquina con alguien que lleva tu mismo vestido.
Por eso me parece que aquellas parejas que lo buscan como una especie de confirmación de la excelente compatibilidad sexual que tienen, creo que no lo necesitan. El orgasmo simultáneo, con perdón de los creyentes, no es símbolo de nada per se. Y no tiene nada de malo tampoco buscarlo, siempre que no se convierta en una presión o una obsesión.
Hay que tener en cuenta las distintas dinámicas de placer entre varones y mujeres. Como regla general, pero no infalible cuando, durante la penetración, él está arriba, a ellas les resulta más difícil acabar y a ellos más fácil. Cuando ellos están abajo y ellas arriba, a ellos les resulta más difícil y a ellas más fácil. Es casi como un desencuentro anatómico...
Así que propongo: si viene bienvenido, y si no, no hay que darle bolilla al asunto... Como con otras cosas en la vida y en el sexo, a lo mejor llega cuando menos lo esperas y es mucho más lindo así.
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