La verdad es que no sé si soy un actor que escribe o un escritor que actúa. Soy un maxikiosco. Néstor Montalbano, el de "Soy tu aventura", me llamó y me dijo que tenía ganas de hacer una película de ciencia ficción. Escribí el guión de Pájaros volando y la estamos filmando en Córdoba. Hay dos protagonistas, Diego Capusotto y Luis Luque. Diego es un músico que está en pleno fracaso y Luque, que es el primo, lo llama desde Córdoba, le dice que lo necesita, que tiene una oportunidad, que hace falta en el Uritorco porque bueno... hay posibilidades de viajar a otro planeta. Una comedia un poco disparatada.
A veces siento que hay como un exceso de buscarle el aspecto cómico a las cosas. El humor expandido a todos los niveles. Porque, ¿qué es el humor? Es como un jugo, algo difícil de definir. Es una mirada, es algo que tiene que ver con un estado. Ahora, creo que a veces esta cosa de que todo es gracioso, todo, hace que por ahí se haya perdido el objeto del humor.
Con la barba parezco una mezcla de Cafrune y Pérsico. La estoy descubriendo a la barba. Veo que impone respeto, algo como de peso específico. Me toman más en serio desde que soy hombre de barba.
En realidad, la barba es una necesidad del personaje que me escribí para la película. Es un permacultor, un hombre que trabaja la granja orgánica, que tiene ideas muy interesantes, pero también, más allá de su tarea y de su presente, ha tenido un pasado militante, marxista. Y sueña con exportar la revolución que no se ha podido hacer aquí a otros planetas. Ahora que lo pienso, la película es una película de creencias, todos los personajes creen en algo.
No es un mito. Carlos Belloso y yo no entramos en el Conservatorio y después decidimos hacer Los Melli. Nos habíamos hecho amigos en Saavedra 15, en Sanidad Escolar, haciendo los trámites del ingreso. Me acuerdo como si fuera hoy cómo buscamos nuestros nombres en la hojita de ingreso pegada a una pared de azulejos. Nos emborrachamos y empezó la historia.
Me gusta el elenco de la película: Diego, Luque, Alejandra Flechner, Vanesa Weinberg, Verónica Llinás, el debut cinematográfico de Juan Carlos Mesa, un ser adorable, un maestro. Trabaja Miguel Cantilo, que está muy bien como un artesano un poco violento, lo terminan cagando a trompadas. La está pasando bien Miguel. Y están Zavaleta y Claudia Puyó.
Escribí varias obras que hice, pero este mi primer guión. Estoy sorprendido: es una gran expansión. En teatro hay condensación, pero en cine lo que uno escribió se expande. Y me empiezo a putear. Veo lo difícil que es filmar de noche, por ejemplo, y me pregunto: ¿Por qué tantas escenas nocturnas? ¿Quién escribió esto? "Maten al guionista", me dan ganas de gritar.
Está difícil lo que se ve. ¿Cómo pasarla bien dentro de todo? Y... habrá que leer a Ari Paluch nomás. Combustible Espiritual 2, ¿qué te parece?
Después de La maña, me gustaría intentar con otro unipersonal, que se va a llamar Groenlandia. Tiene que ver con el futuro: una inmigración enorme llega desde Groenlandia porque se derriten los hielos. Se trata del choque de dos culturas, acá, en la llanura.
El teatro es muy tenso. El encierro, la butaquita, no entrás si empezó la obra, ámbito cerrado, la tosesita. No por nada lo de la gripe A. Cerraron todos los teatros, la paranoia de las salas. ¿Qué fue eso?Una locura. Que alguien me explique por favor. Por eso me gustó participar en el Delta de un festival de teatro isleño que organizó Blas Briceño. Hice un monólogo, El mal del sauce, debajo de un árbol, un abordaje a esa fiaca que te sucede frente al río. Hubo textos de Pinter al aire libre, la palabra de Marosa de Giorgio saliendo de la laguna. Un teatro muy vital.
Trabajé con Alberto Ure en su puesta de Antígona. Tenía 22 años. Yo pensaba que salía y la gente se iba a largar a reir. El me tranquilizó, confió y me dio confianza. Además, lo respeto mucho teóricamente. Ahora estoy leyendo los dos libros que se editaron recientemente. Una inteligencia grande: ese lugar me parece que ahora está vacante.