Ese domingo de 2004, Guillermo Coria se levantó ansioso, como siempre. Movedizo, seguro, convencido del increíble talento de su derecha. La de los toques sublimes, la de los drops, la de los ángulos imposibles. Era, sin rival a la vista, "el dueño absoluto del polvo de ladrillo" en el mapa del tenis mundial. Nadal no le hacía sombra, mucho menos los demás. Lo esperaba el primer desafío de su vida: ganar un Grand Slam. Lo esperaba Gaudio, su compatriota y "enemigo íntimo", en una final que lo marcaría para siempre al chico de Venado Tuerto.
Hoy a los 27 años, después del , le repiquetea en la cabeza una y otra vez la imagen de aquel primer set soñado. Fue 6 a 0, para sorpresa propia y también de extraños. Gaudio sufría, la pasaba mal y buscaba una bendición divina para cambiar la historia. Un 6-3 en el segundo set parecía marcar la ruta hacia la gloria del Mago, quien de a poco empezó a acortar sus golpes, a molestarse porque sí, a desconcentrarse, a sentir calambres, a dejar que su oponente reviviera cuando ya tenía el tubo de oxígeno puesto. Y pasó lo impensado: Gaudio dio vuelta el partido. Luego de tres horas y media, de cinco sets extenuantes, se coronó en la mítica pista parisina. Desde aquel día, Coria nunca dejó de llorar. Y de pasarla muy mal.
Un partido, apenas, cambió el rumbo de una carrera. ¿Para tanto? Para tanto. Porque la desconfianza, ese fantasma tan temido por los deportistas, empezó a revolotear cerca suyo y no se fue nunca. No hubo antídoto que frenara la caída. Y ayer, tan realista como dolido, confirmó en Radio Continental que el tenis ya es parte de su pasado.
Fue tercero en el mundo, logró nueve títulos, llegó a 11 finales y acumuló, sólo en premios, 5.915.620 dólares. ¿Las explicaciones de su adiós? "Tomé la decisión de que no voy a volver a jugar. Lo venía pensando hace varios meses. Ya en Tailandia me di cuenta de que me costaba viajar y no sólo era el saque", confesó.
"En 2005 ya venía con pocas ganas de competir. Fueron tres años que las cosas no me salían como quería. Ya no sentía con tanta pasión lo que hacía y, así, es imposible hacer las cosas bien. En este deporte hay que estar al 100 por ciento", dijo
En el repaso de su carrera, se quedó con "la final de Roma con Nadal y el partido de Roland Garros con Agassi fueron mis dos mejores partidos".
"Estoy muy feliz con esta decisión: tengo nuevos proyectos y más tiempo para la familia", aclaró.
¿Nadal o Federar? "Me quedo con el estilo de Federer porque es un jugador completo. Nadal tiene un juego más físico y de fuerza. Pero logra resultados increíbles, eso sí".