Hace algunas semanas la polémica se desató cuando en un boliche de La Rioja se ofrecía una cirugía de implante mamario como primer premio de un sorteo entre los asistentes. La idea rápidamente se propagó y muchas discotecas del resto del país sortearon lo mismo, creyendo que de ese modo se incrementaría el número de clientes. El tema recorrió uno y cada uno de los programas de la televisión: shows de espectáculos, magazines de interés general y hasta los noticieros se hicieron eco. Todos se mostraron estupefactos ante la propuesta y las críticas no tardaron en llegar.
Lo curioso no es el premio en sí, sino lo que en criollo llamaríamos "el veletismo de los medios". Por un lado tenemos las consecuencias emocionales y físicas de una persona que pueda llegar a someterse a una cirugía de este nivel. Por el otro encontramos las críticas por la liviandad con la que se trató el caso. En el medio tenemos a la televisión con una visión un tanto (bastante) contradictoria: si bien desaprueba esta clase de concursos, se encarga de darles lugar en el aire a personajes impresentables que también se cuelgan (nunca mejor dicho) de la circunstancia.
Las Rickitas son un justo ejemplo, porque ni lentas ni perezosas vieron en esta noticia una posibilidad de robar algunos minutos de fama y la "caja boba", ávida de escándalo constante, no dudó ni un segundo en ofrecérselos. Es así que visitaron el piso de "Los profesionales de siempre" y sin pudor alguno, contaron que están pensando en hacerse nuevamente las lolas y hasta se habló de lo que van a hacer con las prótesis que serán reemplazadas.
Hace algunas semanas vimos en ShowMatch a Sabrina Sabrock, la mujer de los pechos más grandes del mundo (según dice ella) que participó en "Bailando por un sueño". La movida le duró poco ya que un escupitajo en la cara del periodista y jurado del certamen, Jorge Lafauci, alcanzó para que la mandaran de vuelta a México (donde vive con su marido, oriundo del país) sin escalas. La cuestión es que sólo por tener unos implantes del tamaño de una rueda de camión, la rubia se dio el lujo de recorrer todos los programas (realmente muchos) que se interesaron en su "notoriedad".
Otro ejemplo de que unos pechos grandes aseguran un espacio en la tele, es el buen resultado que tuvo la telenovela "Sin tetas no hay paraíso", que de una manera pintoresca contaba la historia de una chica que llegaba a prostituirse para conseguir el dinero suficiente para poder agrandarse el busto.
Con esto se demuestra (sin duda alguna) que si bien la televisión se encargó de defenestrar la idea y de hacer llamados de atención para evitar esta práctica (por lo que actualmente la ley no permite que se regale una cirugía en un boliche), por otro lado se premia al busto grande, al plástico en el cuerpo y a la estupidez humana que puede llevar a que una persona muera sin razón y por lograr un minuto de gloria en una televisión que si lo necesita, pone toda la carne al asador. Así que si quieren pantalla, con un poco de plástico alcanza y sobra.