"El crimen no reconoce clases sociales ni géneros. El crimen los atraviesa a todos. El crimen no paga. A nadie". Estas palabras pertenecen a Cynthia Ottaviano (treinta y pico, miembro del equipo de investigación de Canal 13, ex redactora de policiales, autora de dos libros, "Secretos de alcobas presidenciales" y "Crímenes en familia", recientemente editado y a presentarse el jueves a las 19 hs. en la librería Cúspide del Village Recoleta junto a tres pesos pesados: Juan Sasturain, Ricardo Ragendorfer y Miriam Lewin), pero podrían estar en la boca de algún viejo penalista. Cynthia no tiene apariencia de penalista, pero conoce el tema de sobra: comenzó en el periodismo policial a los 20 años en el diario La Prensa y con "Crímenes en familia" hace un valorable aporte al género. En 204 páginas cuenta siete casos reales donde los lazos de sangre se rompieron con el odio de un crimen.
"La historia del libro se remonta a mis comienzos. Me había especializado en homicidios, así que vivía de velatorio en velatorio, con una pregunta a cuestas: ¿por qué matan los que matan? Y no podía respondérmela, tal vez, por la premura de la cobertura cotidiana", dice la autora. Entre otros casos, Cynthia le dedica algunas páginas al de Emmanuel y Santiago Da Bouza, los hermanos que mataron a su padre, gerente de Techint (y que ella cubrió desde el día cero de la investigación); otras a las hermanas Vázquez, que fueron conocidas como "las hermanas satánicas"; sigue los pasos de Guillermo Álvarez, el pibe bien que ni siquiera dejó de matar en la cárcel, donde se ganó el apodo de "Patovica"; y recuerda a Claudia Sobrero, la matadora del célebre humorista gráfico Lino Palacio.
¿Cómo fueron tus entrevistas con los condenados? ¿Los asesinos responden en general al estereotipo que se espera?
Difíciles, complejas. Y no me resultaron para nada estereotipadas, al contrario, me sorprendí allí donde no lo imaginaba, me estremecieron sus miradas, sus lágrimas, su falta de arrepentimiento o, al contrario, su lamento cotidiano, al punto de sentirse muertos, pero esperar ser perdonados por alguien que ya no existe. Todos contaron sus sueños, sus pesadillas con quienes asesinaron, a ellos los sacaron de sus vidas diarias, pero cuando duermen vuelven a aparecer: en sus psiquis no pudieron matarlos.
¿Se puede hacer algo para evitar este tipo de casos?
La mayoría de los victimarios llega al punto de pensar que en la cárcel encontrará la libertad. Porque están presos de su realidad. No hablaban con nadie de su problema, ni con su familia, ni con sus amigos ni con un terapeuta o un desconocido. Así se vive en un microclima enfermizo, que termina devorando la vida de la víctima, pero la del victimario también.
¿A qué conclusiones llegaste al final de la investigación?
Empecé creyendo que todos somos capaces de matar, como me dijeron algunos criminalistas. Ahora me doy cuenta de que son crónicas de un asesinato anunciado. Todos somos capaces de amenazar con el famoso "te voy a matar", pero ejecutarlo no es posible para todos, cuando de un familiar se trata. Hace falta cierto desequilibrio emocional, la construcción de un muro ilimitado de odio, mantener oculto el problema y llegar al punto irreal de pensar que el problema sólo se terminará asesinando a quien se cree que es el problema, en el lugar de liquidar al problema en sí mismo y no a la persona.
¿Querés enterarte de más? Leé un capítulo del libro.
Cynthia Ottaviano presenta "Crímenes en familia" el jueves 19 a las 19 hs. en la librería Cúspide del Village Recoleta, Vicente López 2005.