"Estamos discutiéndolo y vamos a preparar un reporte para presentárselo al Primer Ministro", dijo el vicecanciller de Jamaica, Kenneth Baugh, el viernes pasado, y levantó polvareda: está hablando de legalizar la marihuana en la isla de Bob Marley y de los rastas. El motivo de esta consideración se debe a los casos judiciales relacionados con esa droga, que están colmando los tribunales y las prisiones, agregó el funcionario (algo no muy diferente a lo que pasa en Argentina). Ahora, una comisión gubernamental de siete personas está trabajando en el tema, estudiando los posibles cambios que se podrían hacer en las leyes antidrogas.
No es casual que las causas legales relacionadas con la marihuana se acumulen en los juzgados jamaiquinos: la isla es la cuna del rastafarismo, una cultura surgida en la década de 1930 ante la opresión a los negros, que creció hasta transformarse en religión y música. El músico Bob Marley; el último emperador de Etiopía, Haile Selassie I; y el líder jamaiquino Marcus Garvey son sus principales referentes en una tríada que significa música, espiritualidad y política. Hoy, son 700 mil los rastafaris del mundo, y la mayoría viven Jamaica, cuya población total es de 2,6 millones. Para los rastafaris, la marihuana es parte de su religión.
Las declaraciones del vicecanciller no ponen por primera vez el tema sobre el tapete. En el año 2003, una comisión del gobierno recomendó legalizar la marihuana en pequeñas cantidades para uso personal, pero la medida nunca fue adoptada: de hacerlo, Jamaica perdería algunas posiciones en el ranking anual que elabora los Estados Unidos sobre la lucha internacional contra la droga, que incluye sanciones económicas. Un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos emitido la semana pasada indicó que Jamaica es el productor de marihuana más grande del Caribe, y que actúa como centro de paso del narcotráfico hacia territorio estadounidense.
Mientras tanto, Estados Unidos ve crecer la producción en su propio territorio: el año pasado, el informe Producción de marihuana en Estados Unidos, a cargo del científico y activista Jon Gettman, develó algunos datos significativos: con 35.800 millones de dólares (68,1 millones de plantas) frente a 30.800, una cosecha de cannabis rinde más que una combinada de maíz y trigo. "La marihuana se ha convertido en un elemento penetrante e irradicable de nuestra economía nacional", dijo en una entrevista concedida a este diario en octubre pasado. Las causas se encuentran en la guerra antidrogas que lleva Estados Unidos en el exterior, lo que dificulta la importación y estimula la producción local. "Estamos produciendo diez veces más de marihuana de lo que producíamos en 1981", agregó. Otras voces también se alzan para dejar posición en este asunto polémico: desde la Universidad de Harvard, el Profesor Jeffrey Miron estima que legalizando la marihuana, Estados Unidos ahorraría 7.700 millones de dólares en policía y justicia, y podría generar hasta 6.200 millones en impuestos. Por otro lado, un sondeo de opinión realizado por Gallup en el año 2005 arrojó que el 60 por ciento de los estadounidenses consideran que no hay que legalizar la marihuana, mientras que el 55 por ciento dice que sí, encontrándose sus extremos en los hombres de 18 a 49 años (que apuestan por la legalización) y en las mujeres mayores de 50 (que se oponen).