Cuenta la leyenda que cinco muchachos tocaban en los antros neoyorquinos, jugando a ser la Velvet Underground y vestidos con ropa de ferias americanas y zapatillas All Star. Que rockeaban con guitarras, bajo y batería, dejando de lado toda la parafernalia del hip hop y la electrónica tan de moda en el año 2001. Un productor sigue la leyenda- fue a ver una banda cuyo nombre quedó olvidado en esos antros oscuros, pero se sorprendió con los teloneros: los Strokes, esos cinco facheritos. Y le dio a uno de ellos su teléfono, ofreciéndole producirles un demo.
Pero la leyenda no termina ahí. The Modern Age, el demo de tres canciones, fue producido y comenzó a circular entre algunos tipos. Los tipos indicados. Uno de ellos, un tal J.P. Bowersock que también era luthier, le hizo escuchar el material al dueño del sello Rough Trade, de Londres, a través del teléfono. Poco más tarde, Rough Trade editó el EP. Y el semanario NME puso a los Strokes en tapa, sin tener, aún, ni un disco de verdad. Eso envalentonó al mismo productor del EP, que poco después les produjo Is This It, el (ahora sí) debut blockbuster de los Strokes. El resto es historia para la Billboard.
Ahora, ese productor, Gordon Raphael, llega a Buenos Aires. Se presenta en la Bafim el sábado 1º (disertará junto al Perico Juanchi Baleirón acerca de "Técnicas de producción musical: estilo guerrilla", a las 17.40 en El Dorrego, Dorrego y Zapiola) y pasará algo de su música en Compass, el ciclo dedicado al nuevo rock & pop independiente que tiene lugar todos los viernes en Niceto (N. Vega 5510), acompañado Brian Storming, Fabián Dellamónica y Rama.
Ahora, Raphael responde vía mail sobre aquellos días fundacionales para el retro-rock o new rock, la escena que volvió a poner a la viola en la cima de los charts, de la mano de bandas como Strokes, Interpol, White Stripes, Black Rebel Motorcycle Club y Kings Of Leon.
¿Los Strokes inventaron un sonido nuevo o simplemente reciclaron el de los años 70?
Julian (Casablancas) me dijo que quería hacer un disco que fuera como ir al futuro y desde ahí descubrir un gran disco olvidado en el pasado. Me dijo "¡Por favor, hagamos algo diferente a lo que está haciendo todo el mundo!". La música suena un poco 70 en cuanto a que todos están realmente tocando algún instrumento, y en el año 2001, cuando grabamos "Is this it", había mucha música electrónica, tecno, hip hop e incluso muchos estaban proclamando que la música en vivo, especialmente el rock de guitarras, estaba muerto. La verdad es que incluimos algunos elementos del tecno (usando una computadora para grabar y procesar los sonidos) y del hip hop (atención al groove) en los discos que hicimos con los Strokes. A esto habría que sumar que el estilo de componer de Julian es inusual, porque todos los instrumentos están tocando melodías que se complementan entre sí. Esto, para mí, casi nunca se escucha en el rock and roll, donde casi siempre se trata de acordes simples y no hay atención puesta en los detalles. Incluso la batería y el bajo llevan melodías que van contra la voz, y generan un sonido original.
¿Cómo eran los Strokes antes de grabar su debut? ¿Eran como cualquier banda de pibes o tenían algo especial?
Para serte honesto, cuando los conocí en un antro de New York, el Luna Lounge, no me impresionaron tanto, pero necesitaba trabajar duro para sobrevivir en Manhattan y mantener mi estudio. Me llamó la atención lo duro que le pegaba Fab (Fabrizio Moretti) a su batería, ¡parecía que se iba a romper el cuello en cada golpe! Recién me di cuenta de lo brillante que era la banda cuando grabaron su primer EP, The Modern Age. Me sorprendía que gente tan joven estuviera completamente familiarizada con bandas como The Velvet Underground o Iggy Pop. Me encantó eso, y aprendí a respetar sus habilidades musicales y su sorprendente oído en el estudio.
¿Les sugeriste que se vistieran vintage para acompañar su sonido?
No, estaban vestidos así porque les gustaba. En realidad tenían un look único y distinto antes de que las revistas de Londres empezaran a explicarle al mundo entero cómo vestirse como los Strokes. La corbata y la camisa de Albert (Hammond Jr.), la remera de Coca-Cola de Fab y los pantalones finitos de Nick (Valensi) eran muy, muy inusuales para ese momento, en el que la moda pasaba por la cadena con medalla de oro, el tecno-goth o la escena drum n bass, que era religión en la New York de esos años.
Tus temas suenan largos y oscuros. ¿Cuál es la sensación al tocarlos y al componerlos?
¡¡Es que tuve una carrera larga y oscura!! Y tuve que derribar muchas puertas cerradas en el camino... Me parece que siempre me llamó la atención algún tipo de música y la gente muchas veces no sentía lo mismo. Me gusta el rock con sintetizadores y algunas canciones de 26 minutos de largo. Pero también me dan ganas de ir de fiesta cuando escucho acordes menores y notas agresivas. Mucha de la música de moda me parece que no tiene nada que ver con lo que realmente está pasando por la cabeza de la gente y lo que pasa en el mundo. Yo escribí y grabé cerca de mil canciones, y siempre me entusiasmé capturando mis ideas en la grabación y después enviándolas al mundo para que sean oídas.
¿Te considerás un cazador de talentos?
No en realidad. Pero soy un gran fan de la nueva música. No la busco, nunca lo hice, ¡simplemente aparece ante mí! Hay tanta música terrible y aburrida en el mundo que si tuviera que buscar buenos temas ahí me volvería loco. ¡Pero por suerte la música super-cool me encuentra a mí! Por ejemplo, entro en un club y, ¡wow!, hay una banda tocando un sonido loco, freaky y extra-sensacional... Entonces los encaro y les pregunto si quieren que los grabe, y ahí empieza la diversión. Siempre estoy feliz y agradecido al Universo cuando, accidentalmente, descubro una nueva muestra de creatividad candente.
Por último: ¿qué sabés de la Argentina en general y de su música en particular?
No sé nada sobre la Argentina, aunque creo que hice un trabajo práctico en el colegio. ¡En esa época sabía qué frutas se cultivaban y qué animales había!