# 1
- BAD BOY ORANGE: HIPERKINÉTICO Y COQUETO
En un primer piso de San Telmo trabaja el deejay que marca las reglas del drum & bass porteño. Desde hace cuatro años en las que todos los martes tienen sede en . A la sombra de diciembre, lo encontramos ajustando el set de Navidad que transmitió la noche del 24: un jingles bells acelerado y muy melódico que en el monitor LCD de su computadora tomaba forma de un equalizador loco y colorido. Al lado, un cartel con la frase más famosa que acuñó: "Bailen putos!".
Pero además de discos y máquinas, acumula ¡ropa! El placard que ocupa una pared -cerrado, que abre para dar fe de lo que cuenta- esconde una colección digna de un fashion victim. "No da repetir una remera", sentencia. "Es parte del espectáculo, de dar lo mejor de uno", sigue. Una manía que se completa -como debe ser- con accesorios: muchas Nike en sus cajas, pañuelos y gorras. Detallista se descubre, también, en los stickers y flyers que tienen mano de dg. Antes partir hacia la radio con su colega DJ Buey, juntos descubren secretos de los djs con habitaciones dignas de ser vistas -¡esto parece inabarcable!- y nos llevamos una postal para el arbolito. Din don daaan.
# 2
Acá mismo, donde las coordenadas indican Olivos on fire, nació el sonido . Olivos on fire, en realidad, se llaman que cada tanto suceden en estas dos plantas con terraza y que anima el mismo Diego Bulacio. Acá también vive en comunidad este deejay y productor que le está dando nuevos sonidos a las pistas del under porteño. Desde 2004 investiga géneros globales, que intercala en formato mush up (un track versus otro). Con el mismo espíritu bautizó Zizek -como - al ciclo donde todos los miércoles es residente, que creció con la mudanza a Niceto y ().
"Hay djs de hip hop y djs hiphoperos; yo soy de los segundos", se define. Amigo de viajar liviano, toda su música es "pirateada de Internet" y ostenta y , además de su propia web. En plan de convocar a la tropa gringa que elige este país para sus vacaciones, lo invitaron junto a DJ Stuart a mostrar su set en Opera Bay, la meca del after office. "En un momento levanté la cabeza y vi muchas camisas blancas, pero todos bailando", reconoce. Por algo la edición internacional de Newsweek dictaminó que los ritmos que promueve están entre las razones por las que Buenos Aires es .
# 3
En plena temporada, Tommy hace escala en su casa de Vicente López. Recién llegado de la Costa, ya lo espera el ferri hacia Uruguay: seis fechas en diez días con los vinilos a cuestas. Atento, sirve agua en un vaso con logo de vodka y corre del paso sus bolsos llenos de discos. Entre todos elige el infaltable del verano: . Referente de la escena porteña, que vivió la movida de El Cielo y Pachá en los 90 y de todos los clubs grandes de Buenos Aires, observa lo que pasa de noche. "Vas a los boliches del interior y es toda gente linda, se viste bien... ¡parecen todos barnizados! Acá, los clubs son más desparejos", opina. Por eso eligió ser residente en Wacha! todos los miércoles junto a , desde hace más de dos años en Bahrein.
En el hall apiló los equipos de sonido que alguna vez hicieron temblar el boliche que con amigos abrió en Libertador, y que "si todo sale bien vamos a volver", dice esperanzado. Sobre todo porque ocupan gran parte de la casa en planta baja... ¡y su mujer se lo pide! Además de los discos, que tiene ordenados en un mueble ad hoc, Tomás Andrés Jacobs despliega su afán coleccionista en múltiples facetas: artefactos retro (desde un ventilador hasta una lámpara muy 60s), un Torino celeste que invitaría a preguntar si lo vende, teclados de muchos modelos y épocas, hasta una partitura medieval que rescató de la casa de su abuela. Entre sus colegas, recomienda conocer a , "un pulpo", campeón de habilidad con las bandejas que lidera la movida del oeste.