En el estudio donde se grabó Combativo, el último disco de A.N.I.M.A.L., Martín Carrizo despliega su neurosis la que todos tenemos en forma de instrumentos y equipos de sonido de alta calidad, muebles y lámparas retro de los 50s y 60s y un sentido del orden que se encuentra en los detalles. Sobre la pared acustizada, un calendario gigante revela que desde febrero de 2006 en MCP producciones (su sala de grabación) tiene un lugar reservado para T.O.C. La banda que en el camino lo sumó a sus filas como nuevo baterista y con la que preparan para el 2007 un show en vivo "de alto impacto con fuerza y potencia musical".
Por ese mismo estudio ahora amenizado con sahumerios hindúes y luces tenues pasaron desde Mercedes Sosa y León Gieco hasta Leo García y (su hermana) Cecilia Caramelito Carrizo. Siempre en busca de su sentido de la perfección para hacer las cosas. Para el momento de esta entrevista, Martín amable e inquieto, dice "ya vengo, me entró tinta debajo de la uña y me da el T.O.C.". Entonces, la inconfundible voz de Roque Narvaja suena como un loop desde una computadora y el fundador de La Joven Guardia lo sigue con su acústica: "así es la vida del guitarrista, me voy poniendo bueno", dice, ahí, tomándose un tecito.
"Ah, qué bien. Ahora se va a saber la verdad", lanza Carrizo al repasar el cuestionario sobre el fin de la banda que lo hizo grande. Hasta el momento, con intriga, sí, lo único seguro es que de A.N.I.M.A.L. conserva buenos recuerdos: merchandising con la iniciales grabadas, un deck de aquellas épocas que acumuló stickers de gira, un premio de la MTV latina, y todos los discos de la banda sobre otra pared.
Porque después de la primera separación, Martín tomó su rumbo: trabajó con Cerati, con Walter Giardino, fundó esta sala para producir a otros músicos. Pero volvió y todos contentos. Grabaron un último disco, hicieron shows... hasta que llegó el final. La web oficial de A.N.I.M.A.L. dio su versión. Ahora Martín responde. Polémica en puerta.