Luis Ernesto Lamothe Zylberberg, nacido en 2012, crece en un contexto particular. Mientras Esteban Lamothe disfruta del impacto de Envidiosa en Netflix y Julieta Zylberberg brilla en Yiya, su hijo atraviesa esos años en los que la infancia empieza a transformarse en adolescencia, con búsquedas, curiosidades y primeras definiciones de identidad.
Es hijo de dos actores en pleno auge profesional, pero aun así mantiene un perfil discreto, con una presencia pública controlada y un desarrollo personal que avanza lejos del ruido mediático.
Tanto Lamothe como Zylberberg coincidieron desde temprano en priorizar la estabilidad del niño, incluso cuando sus agendas laborales se vuelven demandantes.
ASÍ ESTÁ LUIS, HIJO DE LAMOTHE Y ZYLBERBERG
Uno de los rasgos más visibles en esta etapa es la experimentación estética de Luis. Le gusta jugar con su imagen, inventar peinados, cambiar colores y probar combinaciones novedosas.
Zylberberg contó que a veces una tía se suma a ese ritual creativo, ya sea para hacer trenzas o para aplicar algún tono vibrante durante un viaje. Esa libertad para explorar habla de un chico que empieza a descubrir qué le gusta y qué siente que lo representa.
Lejos de frenar esa búsqueda, sus padres acompañan el proceso sin convertirlo en un espectáculo. Permiten que pruebe, lo observan, lo guían cuando es necesario, y mantienen esos momentos dentro del ámbito familiar, sin exponer más de lo debido.
Más allá de esa curiosidad estética, Luis vive experiencias típicas de un preadolescente: deportes, paseos, juegos con amigos y actividades escolares. En las pocas imágenes que Lamothe comparte en redes —siempre medidas, sin mostrar de más— se percibe un vínculo de cercanía. Hay abrazos, gestos espontáneos y un cariño que se nota incluso en las fotos más simples.