En lo más alto del universo de la música regional mexicana, Alejandro Fernández —el inconfundible Potrillo— no solo se destaca por su voz y su trayectoria, sino también por un estilo de vida que combina tradición, sofisticación y un gusto refinado por la arquitectura.
Aunque siempre mantuvo cierto hermetismo sobre su vida privada, la propiedad que comparte en Guadalajara con Karla Laveaga se ha convertido en uno de los espacios más comentados entre sus seguidores, precisamente por la personalidad que refleja cada uno de sus rincones.
Residente de Guadalajara desde hace años, el intérprete ha invertido en propiedades que hablan tanto de su sensibilidad artística como de su apego a las raíces mexicanas. Pero es esta mansión, situada en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, la que mejor resume la estética que él y Laveaga construyeron juntos.
Según trascendió, la casa fue remodelada cuidadosamente por un equipo que trabajó codo a codo con la pareja, manteniendo la esencia del diseño original de Casillas de Alba, pero incorporando cambios puntuales para adaptarla a su vida actual.
Uno de los detalles que más llamó la atención fue el cambio en la fachada. El característico rosa pálido dio paso a un tono tierra inspirado en la arquitectura marroquí, elección que transformó por completo la presencia exterior de la propiedad. A ese concepto se sumaron materiales como ladrillo, barro y cuero, que aparecen en distintos puntos de la casa y aportan una atmósfera cálida, artesanal y al mismo tiempo elegante.
En los interiores, cada espacio tiene una intención clara. En la sala principal, un piano se convierte en el corazón del ambiente, un guiño directo a la vida musical de Fernández. La cocina, con maderas oscuras y luz natural filtrándose desde varios ángulos, combina modernidad y sobriedad sin perder el espíritu rústico del resto de la casa.
LOS DETALLES DE LUJO
Pero si hay un lugar que la pareja considera un refugio absoluto, es el jardín trasero, diseñado por el paisajista Daniel Orozco. Allí conviven plantas, hamacas y muebles exteriores que invitan al descanso. “A veces venimos a leer aquí y ponemos música; otras veces, solo escuchamos el entorno”, compartió el cantante en una entrevista reciente, dejando ver cuán importante es este espacio en su rutina diaria.
La terraza principal, equipada con muebles de diseñadores mexicanos como Peca Estudio y Clásicos Mexicanos, es otro de los rincones más cuidados, pensada tanto para encuentros íntimos como para momentos de calma absoluta. Incluso una de las habitaciones fue diseñada especialmente para la madre de Fernández, reflejando el fuerte vínculo familiar que siempre lo ha caracterizado.
En cuanto al valor de la propiedad, no existen cifras confirmadas por el cantante. Sin embargo, por su ubicación privilegiada, el valor arquitectónico del diseño original y el nivel de remodelación que recibió, especialistas estiman que la mansión podría superar los 50 millones de pesos mexicanos.
Más allá del lujo, la casa exhibe algo que define a Alejandro Fernández desde hace décadas: una mezcla perfecta entre tradición y modernidad, con un estilo donde lo mexicano, lo natural y lo íntimo tienen la última palabra.