En los últimos días, fuimos testigos de un cruce mediático entre Ximena Capristo y Tomás Dente que encendió las redes y los programas de espectáculos.
Todo comenzó cuando Capristo lanzó una serie de comentarios insinuando sobre la vida privada de Dente, incluyendo que habría trabajado en un ‘sauna gay’.
Este ataque derivó en una fuerte respuesta de Dente, quien no solo se defendió, sino que también apuntó contra la familia de Capristo, elevando aún más el nivel del conflicto, por lo que ella redobló la apuesta afirmando que conocía sobre ciertos ‘comportamientos privados’ de él en un gimnasio.
Esto reaviva una clásica polémica: ¿todavía se sigue atacando con la sexualidad de la gente en televisión? ¿Cuál se supone que es el problema? ¿Cuál es el límite?
A pesar de promover una y otra vez un discurso de apertura y libertad sobre la elección sexual de las personas, todavía se escuchan estas cosas en los medios.
Estos comentarios, muchas veces disfrazados de picardía y ‘humorada’, esconden un tufillo a implícita homofobia.
Esos puntos suspensivos en el discurso hacen que se completen con los prejuicios sociales que aún mantiene una buena parte de la sociedad. No nos referimos a que cada uno no sea libre de pensar y sentir como quiera, sino al hecho de usar un medio de comunicación para agraviar y atacar a una persona de esta manera.
Hay que ejercer un mínimo de responsabilidad en la comunicación pública, porque no estás atacando a una persona en particular, sino potenciando un prejuicio y un ataque a toda una comunidad.
Durante muchos años, esto fue moneda corriente en el mundo del espectáculo. Muchas figuras respetadas y exitosas se veían obligadas a mantener su sexualidad en secreto y lejos de las lentes de las cámaras, como si fuese una especie de pecado.
Un descuido, un error podía resultar fatal y terminar con la carrera y el respeto de los famosos. Y, por supuesto, off the record, de todo siempre se hablaba a modo de chismes y rumores en los que se agregaban ‘detalles’ siempre inmorales que relacionaban la homosexualidad a lo turbio, a lo perverso.
Ese manto de silencio y misterio, aunque no era otra la opción, lo único que hacía era potenciar esa relación entre una cosa y la otra.
La otra opción era convertirse en una especie de ‘bufón’, un payaso que tenía que ridiculizarse a partir de su sexualidad para poder ser ‘bien visto’ por el público, a través del humor o el ‘pobrecito’…. O eras un payaso o un pervertido, no había más opciones.
Pero las cosas gradualmente han ido cambiando, y hoy en día el paradigma mediático está más en sintonía con ser auténtico y genuino. La gente quiere ver transparencia, personas reales, las historias detrás de los personajes.
Sin embargo, al día de hoy, algunos personajes famosos siguen eligiendo proteger su sexualidad por temor a las represalias y los carpetazos. No es algo que cambie de un día para el otro, y en gran parte también es un asunto generacional.
Pero aunque lo podemos entender de esa forma, no podemos dejar pasar por alto que se ataque hoy en día de forma directa a una persona apelando a su sexualidad como un aspecto agraviante.
No estoy a favor ni del ataque ni del contraataque y las represalias. La violencia solo trae más violencia. ‘Ojo por ojo y el mundo quedará ciego’… Basta de meterse con la sexualidad de la gente en TV.