“No hay peor ciego que el que no quiere ver”, dice el refrán que pinta de pies a cabeza al personaje de Julieta Cardinali en Farsantes. Camila es una de esas mujeres que no se animan a afrontar la verdad y que en la desesperación por taparla son permeables a crear sus propios fantasmas.
La escena del miércoles enfrentó a Camila con aquella realidad que evitaba: lo vio a Guillermo besando cariñosamente a Pedro mientras se despedían por haber terminado la relación laboral. La causa de la ruptura fue aquel beso que no pudieron superar, o resolver.
La negación, básicamente, es por el final de un matrimonio que no tiene sustento. Pedro (Benjamín Vicuña) le da innumerables señales sobre su desinterés y Camila protesta, pero termina desentendiéndose: discutió una y mil veces con Pedro por la poca atención recibida, y sin embargo nunca tomó una decisión final, un cambio de lugar. Quizás, por eso, necesitaba un shock, una prueba contundente. Quizás necesitaba verlo.
La escena del miércoles la enfrentó con aquella realidad que evitaba: lo vio a Guillermo besando cariñosamente a Pedro mientras se despedían por haber terminado la relación laboral. La causa de la ruptura fue aquel beso que no pudieron superar, o resolver.
“Yo estoy muy contento de que hayas hablado”, le dijo Guillermo (Julio Chávez) a Pedro respecto a la aceptación de su amor y luego se acercaron afectuosamente, bajo la mirada de Camila.
Ella quedó atónita y corrió sin rumbo. Su marido salió a buscarla. Y al final, los personajes quedaron nuevamente a la deriva, en la hostilidad de la ciudad, con sus propias angustias.