Con el interés que Luis Miguel tuvo desde pequeño por la música y los escenarios, luego de ver en acción a su padre Luisito Rey, sintió que era momento de ver si podía aportar algo diferente al plano artístico.
El intérprete Mario Rocco recordó cómo en uno de los shows de Rey, observó a Luismi escabullirse por detrás, capturando la atención de los presentes. Tenía cuatro años, pero ya se robaba la simpatía pública.
A sus seis años se la pasaba imitando a los grandes músicos de la época, como Elvis Presley, tanto que se subía a las mesas y emulaba los controvertidos pasos del rey del Rock N' Roll. Quien conocía íntimamente al Sol, sabía que algo en él lo llamaba a actuar.
Su madre Marcela Basteri retomó el contacto con su familia en 1976, gracias a eso, Luismi y su hermano Alejandro supieron de su abuelo materno Sergio. Esta persona fue uno de los seres más queridos por la joven estrella.
Sergio le decía que cantaba muy bien y que algún día llegaría a ser grande. Sus vidas transcurrieron en España. Los dos hermanos iban al colegio Sagrado Corazón, y en la tarde jugaban con sus mascotas.
A principios de los ochenta, la familia Gallego Basteri se trasladó a México, por un proyecto de Luisito. Unos amigos de la pareja los invitaron a compartir en Cuernavaca. Mientras estaban conversando de lo más ameno, se escuchó al fondo una hermosa y misteriosa melodía.
Era Luis Miguel, dejando a todos fascinados. De inmediato, sus padres entendieron el potencial que tenía el chico para cantar. Eso fue clave para los hechos que le siguieron.
Luisito, quien nunca llegó a ser tan popular como su primogénito, vio en él una oportunidad de alcanzar la fama y el estatus que siempre añoró. Hizo de él una leyenda, a un costo muy elevado.
La popularidad de Luis Miguel siguió en ascenso. Por supuesto, como hombre no está exento a los defectos y fracasos; sin embargo, saca provecho de su lado artístico/ musical para transformarlo en su carta de presentación… todo un genio.