Los estudios de televisión son verdaderos laberintos, y cada una de sus puertas, una caja de Pandora. Detrás de ellas se puede encontrar una fastuosa mansión de telenovela, una escalera que se pierde en ninguna parte o el decorado de algún programa de actualidad. Cruzamos el umbral de uno de los estudios de Teleinde, en Martínez, e ingresamos entre susurros y con mucho cuidado, saltando los numerosos cables desplegados en el suelo.
De este lado, las sombras y la tensión de una veintena de productores, jefes de piso, camarógrafos y asistentes que concentran todo su esfuerzo para lo que ocurre más allá de esa frontera que se levanta invisible y marca el límite con la magia de la televisión. Del otro lado, las luces, los gritos exaltados, los colores y la presencia de Carina Zampini y Gerardo Rozin junto a sus colaboradores e invitados del día a Morfi, todos a la mesa (lunes a viernes a las 10.30 horas por Telefe), el ciclo que marcó el debut como conductora de la heroína de telenovelas.
El reloj marca las 13 y el final del programa. Cortina musical a todo volumen, cantitos, risas y hasta una mini coreografía para despedir a los televidentes. “¡Salimos del aire!”, anuncia un productor e, instantáneamente, la energía exacerbada se diluye y la línea imaginaria desaparece. Personas que levantan la comida mientras otros tratan de abalanzarse sobre los manjares, carritos que aparecen por todos lados para llevarse cosas, ‘tiracables’ que recogen sus elementos y productores que se acercan con planillas para informar el rating.
"Hace casi dos años que estoy sola, con ganas de enamorarme siempre. También es cierto que tengo una vida bastante intensa recorrida. Hoy, hay mujeres de mi edad que no tienen hijos, y yo tuve al mío a los 22, con una profesión muy exigida de mucha exposición, con un matrimonio y una separación".
En apenas unos minutos, el lugar parece otro y la magia de la TV desapareció. Lo que no desapareció es la sonrisa franca de Carina, que recibe a Ciudad.com con calidez, antes de entregarse a una charla amena en la que hará un balance de su vida y su carrera, y hablará del desafío de ser madre de un adolescente, de la soledad, el amor a los 40 años y mucho más.
-¿Cómo te sentís en esta nueva etapa de conductora?
-Muy contenta, me siento muy feliz. Me divierte. Lo vivo de una manera distendida, mas allá de que sea un vivo y hay que estar atenta. No me tensiona ni me enloquece. Los primeros días fueron más complejos porque era el descubrir, pero después ya me sentí como en mi casa. Me sienta bien el programa porque tiene que ver conmigo. Soy una persona con buena energía, no me esfuerzo para pasarlo bien en el programa. Si bien tiene muchas cosas en común con los otros ciclos de la mañana, no se mete con lugares oscuros. Se trata de no estar rondando mucho en la política y el chimento, ni de escarbar, y consigue el mejor rating de las mañanas siendo un programa blanco. Eso me alegra.
-¿Sos de estar pendiente del rating?
-No, no estoy pendiente de nada en general. Claramente sé el número porque me lo dicen, pero hay mañanas en las que ni me acuerdo de preguntar. No sé el minuto a minuto y no quiero saberlo, no quiero que me lo digan por la cucaracha porque no está en mí resolverlo. Siento que no me suma y que me sentiría más condicionada. Trato de vivirlo con tranquilidad. A mí no me cambia el humor y entiendo que la felicidad me la da el hecho de venir a laburar, más allá de cómo le vaya al programa.
"No necesito estar con alguien resuelva mi vida económica o que tome decisiones por mí porque son cosas que aprendí a hacer. Solo necesitaría la compañía de alguien que me sume".
-¿Y qué aprendiste a lo largo de tu carrera?
-En estos 20 años que llevo en el medio, entendí de qué se trata el negocio. Entendí que un día estás arriba y otro abajo, en función de cómo funcionó lo que hiciste y la mirada del afuera. Aprendí a ubicar esos condimentos en los lugares que para mí son los acertados y que me permiten crecer, pero seguir siendo yo y que mi vida no pase netamente por ahí. Me hace muy feliz haber sido bien recibida en este nuevo rol, haberme animado a hacerlo, haberme demostrado que podía salir de mi lugar de comodidad para probar otra cosa. Eso habla de mí misma.
-¿Disfrutás de la cocina?
-Sí, me encanta cuando tengo tiempo para cocinar. Tengo un hijo de 17 años y formé mi familia 19 años atrás. Es una demanda constante la comida en la casa y cuando tenés un chico no lo resolvés de cualquier forma. Intentás que tenga una dieta balanceada, además de que a los chicos no les gusta cualquier cosa. Esa parte de la tarea de la cocina es agotadora.
-Bueno, ya está grande para negarse a comer los vegetales.
-Nooo, ahora ya come hace rato, ja, ja, ja. Pero una pasó por todas esas instancias. Así grande y todo, tengo que estar pensando qué le dejo preparado a la noche para que tenga y se pueda calentar, porque mañana salgo tarde del laburo. Es un tema, es una ocupación que una tiene además de todas las que tiene como ama de casa. Pero cuando cocino por placer disfruto mucho y me encanta. Estoy separada del papá de mi hijo hace seis años y desde entonces empecé a hacerme cargo de la parrilla. Primero hacía pollo, después empecé a meter achuras y carne. He llegado hacer asados para 15 personas y me divierte. Soy curiosa, antes de llamar a alguien para que me arregle una puerta, veo si lo puedo hacer yo.
"En la tele hay mucho de inventarse para funcionar, pero tiene un tiempo y caduca porque la esencia de uno siempre queda en evidencia. Mi relación con el público tiene que ver con la coherencia. Demostrar en el paso del tiempo que uno no actúa en función de lo que conviene".
-¿Cómo es la química con Rozin?
-El cerebro de Gerardo es muy genial y creativo, funciona a una velocidad que los comunes de los mortales no tenemos. Es una persona muy ansiosa, una característica muy de productor, pero no te apabulla ni te avasalla y eso te da cierta calma.
-Tenés un público muy fiel que te sigue a todos lados, ¿a qué creés que se debe?
-Creo que tiene que ver con la coherencia. De alguna manera, en el paso del tiempo demostrar que uno es un ser coherente, que no actúa en función de lo que conviene. Creo que lo que ven es eso, que yo soy quien soy. Estamos cada vez más lejos de la estrella de la tele. La alfombra roja se perdió y dejó de existir. La gente siente al artista mucho más cerca que antes, que parecía que eran personas de otro planeta. Ahora te cruzan, vienen y te saludan, te sacan fotos. Sí me siento valorada y respetada por eso, por haber demostrado que los valores que tengo son mis valores, que me importa mi familia, mis amigos y mi trabajo. Esto de no haber decepcionado, puedo haber hecho un trabajo más o menos exitoso, pero como persona, que la gente no crea que sos algo que no es real y eso es lo que más me acerca a ellos.
-No ser un decorado, digamos.
-Exacto, porque eso de inventar un producto que funcione… Hay mucho de eso, de inventarse para funcionar, pero tiene un tiempo y caduca porque la esencia de uno siempre termina saliendo y queda en evidencia. En los últimos años a partir de Dulce amor empecé a tener un público muy adolescente, el más fanático, que es de seguirme. Y fuimos construyendo una relación de respeto, porque también soy una persona que respeto mucho mi privacidad. No me gusta que me invadan, que mi casa se convierta en un lugar en donde todo el mundo viene a saludarme cuando salgo al almacén. Aprendí a hacérselos saber y ellas lo aprendieron a respetar y no van más. Intento ser una comunicadora consciente, porque los que estamos expuestos siempre comunicamos algo. Somos responsables de lo que hacemos y trato de transmitirles lo que a mí me importa: desarrollarme como persona, ayudar o dejarme ayudar y no qué cartera uso o la marca de mi pantalón. No me siento mejor persona o más importante por tener más fanáticos, y eso trato de compartirles.
"Me siento valorada y respetada por haber demostrado que los valores que tengo son mis valores, que me importa mi familia, mis amigos y mi trabajo".
-¿Estás en pareja?
-Ahora estoy sola. Me separé de Pablo, el papá de Manu, después estuve un año y pico sola. Fueron tiempos de necesaria soledad en los que uno se encuentra con cierta paz, es el balance de ciclos muy importantes. Tenía la atención puesta en contener a mi hijo, que estaba pasando una situación que no era grata para nadie. Tenía las energías ahí y laburando porque siempre fui sostén de mi familia. Y después tuve una relación con Alejandro, un camarógrafo de Pol-Ka que conocí trabajando, con quien tuve una relación bellísima que me ayudó muchísimo. Fue súper importante para mí ese vínculo, porque me ayudó a verme a mí misma con claridad. Siempre voy a estar agradecida por ese encuentro y creo que él también. Fue una relación súper sana y tuvimos la capacidad de darle un fin en el momento oportuno. Y hace casi dos años que estoy sola, con ganas de enamorarme siempre, el amor es bueno en todos sus sentidos. También es cierto que cumplí 40 años y tengo una vida recorrida bastante intensa. Hoy hay mujeres de mi edad que no tienen hijos todavía, yo tuve al mío a los 22, con una profesión muy exigida de mucha exposición, con un matrimonio y una separación. Y llego a los 40 años con la conciencia de tomar y de acercarme a lo que me genere un aprendizaje, no necesito estar con nadie buscando no estar sola o que alguien resuelva mi vida económica o que tome decisiones por mí, porque son cosas que aprendí a hacer. Me puedo equivocar, pero me hago cargo de lo que tengo que hacer y lo hago, entonces sólo necesitaría la compañía de alguien que me sume. Estoy disfrutando mucho de mi equilibrio y de mi paz.
-¿Y por dónde pasa tu felicidad?
-En primer lugar, desde hace varios años descansa en mi mundo interno. Antes te hubiera dicho que descansaba en mi familia y en mi hijo. Después de tantos años, entendí que primero la felicidad y la paz está en uno, y después en los demás lugares. Y ves cómo distribuís esa energía que encontraste en vos.
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