El año 2016 fue, en lo personal, inolvidable y fructífero. Después de muchos años, decidí alejarme de BDV (Bien de Verano, por Magazine) para encarar un nuevo proyecto: Los Ángeles de La Mañana. Un ciclo que disfruté durante nueve temporadas, logrando una forma renovada de tocar los temas de espectáculos, y con total libertad por parte de la señal. Y eso es muy valorable, porque no es moneda corriente. Con mucho trabajo, logramos alta repercusión y meternos en la agenda diaria de esta temática.
Por su parte, LAM fue un ciclo que comenzamos a pensar el año anterior con Mariano Chihade, dueño de la productora Mandarina, y su entusiasmo y confianza fueron fundamentales para la construcción de este ciclo que, por suerte, es muy exitoso desde el primer día de emisión en mayo. Llegamos a un horario difícil, con mucha competencia y programas instalados desde hace años. El apoyo de todo el canal y de la productora me permitieron junto a mis "angelitas" probar y divertirnos al aire para encontrar la fórmula. Eso suele ser lo más difícil en cada ciclo. En este caso, gracias al público que nos eligió, lo conseguimos rápidamente. Cada una de mis compañeras de aire, fueron elegidas por su personalidad y cada una sumó desde su lugar para edificar una química difícil de conseguir. También nos bendijo el apoyo constante de un equipo de producción apasionado y eficaz.
Cuando arranqué el año, sabía que me esperaba una temporada intensa con tres programas diarios de alta exposición. Y la tele es una máquina de ponerte a prueba cada segundo. Trabajar en vivo tiene la hermosa adrenalina de lo inesperado, sabiendo que todo puede cambiar en cada segundo, y hay que estar dispuesto y preparado para un volantazo.
Cuando arranqué el año, sabía que me esperaba una temporada intensa con tres programas diarios de alta exposición. Y la tele es una máquina de ponerte a prueba cada segundo. Trabajar en vivo tiene la hermosa adrenalina de lo inesperado, sabiendo que todo puede cambiar en cada segundo, y hay que estar dispuesto y preparado para un volantazo.
Mis tardes, como en los últimos cuatro años, las pasé junto a Mariana Fabbiani y un panel extraordinario. Mariana es una de las pocas conductoras con las que trabajé, de la que sigo aprendiendo distintos aspectos de esta profesión. Con una generosidad enorme, me apoyó en cada momento, y me aconsejó cuando se lo pedí. Es una dupla en la que nos complementamos fácilmente desde el día uno. Y logramos un gran éxito en las tardes, comprobando que somos todo terreno. Este 2016, todos los candidatos presidenciables se sentaron en nuestro living, los protagonistas de los casos más resonantes de actualidad dieron su presente, y así también las figuras número uno del espectáculo que nos eligieron para compartir sus historias.
Y mis noches fueron nuevamente en ShowMatch, un programa único. Un ciclo de alta combustión y emociones mezcladas. Es un orgullo y un placer pertenecer al programa más importante de las últimas tres décadas de la tele. En un año complicado por este final con el despido de casi 30 compañeros, pero con los que seguiremos trabajando seguramente en 2017, cuando se destraben los conflictos. ShowMatch es mágico y Marcelo Tinelli no sólo es un gran compañero, sino que está atento siempre a las necesidades de cada uno de los integrantes de su tribu.
El año que viene será mi temporada número 15 en este equipo, pero lamentablemente ya nos despedimos del histórico edificio de Olleros y no sabemos desde dónde nos reencontraremos en mayo, cuando ShowMatch inicie su nueva temporada en mayo.
Nunca uso este espacio para cuestiones personales, y hago la excepción para agradecerles especialmente a cada uno de mis compañeros de todos los programas, de este sitio web líder donde trabajo hace tantos años, pero especialmente al público que me sigue cada minuto con tanto cariño. ¡FELIZ 2017!