Como si fuera una película de M. Night Shyamalan, en "Vidas robadas" jugaron la carta del efecto sorpresa e hicieron aparecer al "malo más malo" de la novela personificado por el genial humorista argentino.
En la tira de Telefe crearon la figura de Claudio Kurtz; jugaron desde los primeros capítulos con la idea de un malo supremo que maneja toda la organización mafiosa desde las sombras. Este villano, que hasta el malvado Astor Monserrat tiembla de miedo al nombrarlo, apareció.
Las puestas estaban apuntadas en dos caminos: o bien era alguien de la trama que se daba vuelta al final mostrando su verdadero rostro, o el papel iba a recaer en un actor de gran prestigio, una de esas figuritas difíciles, como dirían en el barrio. Pero no, el malo al final fue Francella, por lo que tuvieron prestigio actoral y salieron del lugar común.
El público de "Vidas robadas" esperaban inconcientemente que Claudio Kurtz, un malo al estilo Kaiser Sosé de "Los sospechosos de simpre", fuera alguien con un perfil así. Desde Lito Cruz, Federico Luppi, Héctor Alterio o Mario Pasik (sólo por nombrar algunos y dejando fuera a Oscar Ferreriro, el icono de la maldad televisiva) eran más esperados que Francella. Pero de haber sido algunos de ellos, los hubiéramos disfrutado, pero no sorprendido.
Guillermo Francella, haciendo de malo dejó a los espectadores con la boca abierta como el lobo de los dibujitos animados cuando ve una chica linda. Una auténtica garantía para que durante el fin de semana no se enfríe la trama de "Vidas robadas" justo al final de la historia.