Los rumores ya eran demasiados. Walt Disney, creador de dibujos como Mickey Mouse y el Pato Donald, y fundador del estudio que creó películas animadas como Blanca Nieves y los siete enanitos, La Cenicienta y Fantasía, ha debido sobrellevar decenas de acusaciones tras su muerte, en 1966.
Entre ellas, las que lo tildan de antisemita, anticomunista y alcohólico. Ahora, la familia presenta una suerte de historia oficial, con la inauguración, mañana, del Walt Disney Family Museum. Una institución que costó 112 millones de dólares y que recorre la vida y obra del maestro de la animación. "Todo comenzó con un libro asqueroso y mi frustración por cómo los periodistas de todo el mundo lo cubrieron", ha dicho su hija, Diane Disney Miller.
Se refiere a biografías como Walt Disney: Hollywood s Dark Prince (1994), de Marc Eliot, que lo retrata como un espía del FBI y como alguien interesado en el nazismo, y Walt Disney: the triumph of the american imagination (2006), de Neal Gabler, que lo muestra como un trabajólico que sabía exactamente dónde estaba cada clavo de Disneylandia, pero que apenas estaba con su familia.
Esos retratos nada halagadores se suman a la creciente distancia que la familia Disney ha tomado de la actual empresa que lleva su nombre. Miller afirma que ya no hay nadie en el estudio que haya conocido a Walt Disney y que el logo corporativo consumió, finalmente, al hombre detrás de la marca.
Es ese perfil humano el que rescata el museo, que mañana abre sus 10 salas y 215 pantallas interactivas, en San Francisco. A partir de declaraciones del mismo Disney, se relatan el quiebre de su primera compañía de animación, Laugh-O-gram, y la usurpación de su dibujo Oswald El Conejo de la Suerte por el distribuidor Charles Mintz. De esa mala experiencia resultó el ratón Mickey (el museo exhibe el primer bosquejo), que se convirtió en ícono de la innovación fílmica, al ser la primera animación que sincronizó sonido e imagen en Steamboat Willie (1928).
Lo que más resalta la muestra es la persistencia del hombre de Missouri. Desde su precoz apoyo a las tropas americanas durante la Primera Guerra Mundial (pese a ser menor de edad, se inscribió como conductor de ambulancias) y su posterior compromiso durante la Segunda Guerra Mundial, en la que las tropas americanas ocuparon la mitad de los estudios Disney y él decidió apoyarlos con filmes propagandísticos. Su compromiso impulsó, además, su primer largometraje animado, Blanca Nieves, por el que nadie daba un peso y que finalmente ganó un Oscar especial y siete pequeñas estatuillas por cada uno de los enanos. También fue fruto de su obsesión el parque de diversiones Disneylandia.
De todos los rumores, el museo solo reconoce uno: la férrea oposición de Disney al comunismo, a partir de la huelga de animadores del estudio en 1941. La protesta lo indignó tanto que luego tomó represalias: en 1947 los denunció a todos ante el Comité de Actividades Anti-Americanas.
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