Dicen las malas lenguas que al tipo nunca se lo vio reír. Duro entre los duros, el legendario Ion Tiriac anda por la vida desparramando millones y a la vez un carácter de aquellos. Ah, también hijos. Porque, según confesó, tiene 33 en total. "Sólo tres reconocidos", admite y enseguida aclara que su fortuna (superior a los 2.400 millones de euros) será repartida por partes iguales. Lo que se dice un verdadero padrillo... No siempre presente, pero sí "generoso", parece.
Este rumano de singular barba y cara de pocos amigos, se ufana de ser "íntimo amigo de Vilas". De hecho, le manejó gran parte de la carrera a nuestro Gran Willy. Vivo como ninguno para los negocios, acarrea una frase de cabecera: " El valor de un hombre de negocios no consiste en cuánto dinero tiene sino en el acceso que tiene al dinero".
A los 69 años, todavía le pica el bichito de seguir revolucionando el mundo del tenis. Imagina, por ejemplo, un futuro en el que vayan de la mano los circuitos masculinos y femeninos. Compitiendo cada uno por su lado, como en la actualidad, pero mucho más aunados, sobre todo para potenciar el negocio. "Quiero un torneo que entregue una bolsa de 25 millones de dólares", se envalentona, desde una poblada billetera.
Su herencia es un tema que desata ásperas discusiones en la mesa familiar. Hay mucho para repartir, claro. Y el Gran Ion esboza un solemne discurso que suena a sentencia patriarcal: "Creo que los hijos no deberían recibir todo de los padres, porque esto no estimularía el desarrollo de su personalidad y el espíritu competitivo. Si les cae todo del cielo, serán unos minusválidos". Les quiso decir: "Laburen, vagos, que yo me rompí el alma para tener lo que tengo".
En Rumania es conocido sólo uno de sus descendientes, el joven Ion-Ion, casado con una modelo rumana y que se ganó las tapas de los diarios por sus escandaletes de drogas e historias de sábanas. Tiene a quién salir, porque Tiriac mayor admitió que "me han gustado mucho las mujeres, pero no me acuerdo el nombre de ninguna". Un campeón: caballero mil por mil, la identidad no se ventila. Por otra parte, Forbes le incluye en la novena posición entre los diez "solteros" más ricos del planeta.
De lengua picante, el querido Ion siempre se destaca por sus polémicas declaraciones. Pega, por lo general, sin mirar a quien tiene enfrente. ¿Su última víctima? El mismísimo Rafa Nadal, a quien tildó de "gordito" y de no saber jugar al tenis. Dijo: "Nadal gana sin jugar bien al tenis. Gana por motivación, por dedicación y porque tiene una velocidad en el golpeo de la raqueta superior en un 10% a la de cualquier otro. También creo que necesita perder unos cinco o seis kilos: así estaría más ágil, rendiría mejor y conservaría la fuerza en su juego. Me he dedicado toda esta semana a observarle y a verle partidos, porque no lo tenía muy visto hasta ahora". Un cero en diplomacia, para variar.
Su único mal negocio, cuentan, fue justamente hace tiempo, allá por la década del 70, cuando Nike estaba dando sus primeros pasos. Concretamente lo vinieron a ver para ofrecerle un interesante contrato al propio Vilas y a cambio, entre otras cosas, Tiriac se aseguraba un porcentaje menor de la empresa de la pipa. Pero no llegaron a nada y así quedaron millones en el camino. Sólo algunos de los mucho que hoy tiene un tipo bastante especial.