Un noviazgo fugaz, un casamiento a toda pompa y un matrimonio de 28 meses fueron los hitos en la relación entre Karina Jelinek y el polémico empresario Leonardo Fariña.
El amor que, supuestamente, los unía, muy pronto se transformó en desconfianza, sospechas de traición y la estafa moral y económica que la Justicia intenta probar, en la demanda de divorcio que inició la expareja, hace ya más de 500 días.
Con Fariña involucrado en una causa de lavado de dinero, el departamento que habita la modelo y constituía el hogar conyugal del matrimonio quedó bajo investigación, así como también los bienes que el empresario compró durante la unión, ya sea a su nombre o con testaferro. Es por este expediente en curso que el trámite de divorcio se extendió en el tiempo y aún no se ha concretado la firma de la conclusión del contrato nupcial y, mucho menos, se pudo establecer claramente las condiciones de la división de bienes.
Finalmente, el 23 de febrero está programada la audiencia en donde se firmaría los papeles del divorcio. En declaraciones realizadas al diario Muy, la morocha sentenció: "Renuncio a los millones para poder divorciarme. ¡Me cansé de pagar tanta plata a abogados y de seguir con un juicio que quizás nunca se termine! La gente piensa que Leo me dejó una fortuna, pero lo único de mi matrimonio fueron deudas".
Respecto a los manejos financieros que llevaron a Fariña a la cárcel, Karina reflexionó: "Antes pensaba que me podía corresponder algo, pero con él todo es un embrollo y confuso. No me quiero quedar con nada que no me corresponda. No sé si hay bienes o no. Me cansé, quiero seguir con mi carrera. Trabajo desde que tengo 13 años y, si bien no soy millonaria, me alcanza para vivir, darme mis gustitos y mantener a mi familia".
Ya renunció al amor. Ahora renuncia al dinero.