Van y vienen juntos como en manada, juegan con bolitas, maúllan y hasta parece que sonríen. Ellos son Manchita, Lechino, Pantera y Panda, los cuatro gatitos de aproximadamente un mes que Paz Cornú rescató de un pozo oscuro dentro de un sucio baldío.
"Todo empezó hace pocos días, cuando estaba llevándole comida a un señor que vive en la calle y me dice 'siento unos gatitos que están llorando'. Me metí, era un baldío lleno de basura y sentía cómo lloraban desesperados pero no los podía ver", empieza la diseñadora que invitó a Ciudad a conocerlos a su casa, en el marco de #Bicheros, la sección más tierna del sitio y sus redes sociales.
-¿Dónde estaban exactamente los gatitos?
-Los encontramos como en un tubo de cemento, todo muy sucio, lleno de cucarachas y bichos. Entonces filmamos con el celular porque estaban muy abajo y logramos ver realmente dónde estaban. No sé cómo hicieron para entrar. Calculo que la madre los tuvo ahí, se fue y quedaron solitos. Lloraban desesperados, realmente como diciendo "sacame de acá".
-¿Cómo fue cuando lograron sacarlos?
-Entre tres logramos correr un techo que había, me trepé a un árbol y armamos un sistema con un palo y una soguita para engancharlos y subirlos. Así saqué al primero y te juro que en mi vida sentí tanta emoción. Fue como un parto, más o menos. Estaban como a cuatro metros, había que engancharlos en la oscuridad, subirlos despacito para que no se caigan y así los fuimos sacando. Encima estaba este uno todo negrito y que casi no se veía. Llevé una caja pero me caminaban por todos lados porque estaban muy nerviosos con todo lo que habían vivido. Creo que si no los hubiésemos rescatado se iban a morir pronto. Llegué acá a mi casa, los lavé y dije "los voy a tener como tránsito hasta que estén bien". No sabés la cantidad de mensajes increíbles que recibí con gente que los quiere. Obviamente que me encariñé con los cuatro. La idea era que se pongan bien como están ahora y buscarles un hogar.
"Entre tres logramos correr como un techo que había en el baldío, me trepé a un árbol y armamos un sistema con un palo y una soguita para engancharlos y subirlos. Así saqué al primero y te juro que en mi vida sentí tanta emoción. Fue como un parto más o menos. Estaban como a cuatro metros, había que engancharlos en la oscuridad, subirlos despacito para que no se caigan y así los fuimos sacando".
-¿Cómo viviste vos toda la situación?
-Fue una experiencia alucinante. Sentimos que les salvamos la vida. Encima al otro día de haberlos sacado de ahí llovió y es posible que se hubieran ahogado. Y por otro lado, también está bueno saber que ayudar a un animal no tiene por qué significar que te lo quedes, podés tenerlo hasta que se ponga bien y después darlo en adopción.
-¿Siempre fuiste "bichera"?
-He tenido todo tipo de animales: gatos, perros, caballos, vacas. Soy del campo en Córdoba y todos los animales me gustan. Ahora mis hijos (Milan, de 4 años, e Ítalo, de 3) están felices y me gusta que vivamos esta experiencia porque les estoy enseñando a respetar a los animales, que se den cuenta que no son juguetes, son seres vivos que sienten y hay que respetarlos. Que sepan cuidarlos. También hay que saber sobre el tema de la castración porque eso evita que siga habiendo tantos animales en la calle. Si te das cuenta que con tan poco podés hacer tanto, todo mejora. Para mí no fue nada, no es que paré mi vida por esto. Hay que estar alerta y engancharse con estas cosas.
-¿Vas a darlos a todos en adopción?
-¡Me va a costar mucho darlos! Quizás me quede con uno y Pantera es candidato porque tenemos un feeling especial. Además, voy a seguir haciendo esto porque una vez que arrancás no parás...