Está acostumbrada a hacer notas a reconocidas figuras en Todas las tardes, el programa que conduce en elnueve. Sin embargo, en esta oportunidad Maju Lozano cambió de rol para ponerse en el lugar de entrevistada y habló del difícil momento que atravesó con la enfermedad de su papá.
"El tenía, por decirte, una bipolaridad muy alta y psicosis maníaca depresiva. Pero no estaba diagnosticado, no había tratamiento y entonces era el famoso 'enfermo de los nervios'. Me decían 'mirá que tu padre tiene mucho carácter'. No era que tenía mucho carácter, era que estaba loco de la cabeza y había que medicarlo. No había mucha vuelta para darle. Estaba pirucho, pobre viejo, hermoso", detalló Maju, en diálogo con No se puede vivir del amor, el ciclo radial que conduce Franco Torchia por La Once Diez.
"Mi papá tenía, por decirte, una bipolaridad muy alta y psicosis maníaca depresiva. Pero no estaba diagnosticado, no había tratamiento y entonces era el famoso 'enfermo de los nervios'".
"Mi papá falleció en 2012, a pocos meses de que naciera Joaquín (7), mi hijo. Cuando nació, mi viejo ya estaba despidiéndose casi. Igual tardó mucho como todo lo que hacía él, para todo se tomaba su tiempo. Era un rompehuevos hasta para morirse", agregó.
Luego, dio detalles del desgaste físico que tenía su papá tras ingerir tantos remedios: "Hoy un enfermo bipolar tiene una vida absolutamente normal. A mi papá le agarraba por momentos y el último tiempo fue más controlado. Pasa que con tantos años de medicación ya tenía el cuerpo devastado y tenía problemas más físicos que psíquicos. El médico nos decía que era un tipo de 70 años pero con un físico de un tipo de 100, ya no caminaba".
"Me costó muchos años de terapia pero, yo no recuerdo no haber deseado que mi papá se muriera, porque yo sentía que era la única manera de vivir en paz. Mi casa era un infierno, una bomba de tiempo".
"Me costó entender qué tan perjudicial había sido la enfermedad para mí. Y había como una confusión muy grande de que ¡qué habré hecho? Era como un castigo. Me costó muchos años de terapia pero, yo no recuerdo no haber deseado que mi papá se muriera, porque yo sentía que era la única manera de vivir en paz. Mi casa era un infierno, una bomba de tiempo", cerró Lozano, a corazón abierto.