Es una de esas prácticas chinas milenarias. Es una técnica del kung fu y, por lo tanto, requiere concentración, paciencia y perseverancia. No hay resultados instantáneos en esta sabiduría. Pero al otro lado del camino, pequeños saltamontes, los espera un pene de hierro...
Así fue como el maestro Tu Jin Sheng ató con un pedazo de tela su miembro a un camión y lo arrastró varios metros (al camión, claro y en Estados Unidos, claro). Después, como para coronar la hazaña, un asistente le pegó una patada entre las piernas y, por supuesto, el maestro con su maestro golpeado ni pestañeó.
Dicen que el Qigong aumenta la circulación de la zona y promueve la función endócrina de los testículos. Hay unos 60 mil seguidores de esta técnica en el mundo y aunque son capaces de levantar kilos con sus penes, el objetivo en realidad es tener más energía y, también, mejorar el desempeño sexual. Dicen que esta rama del kung fu domina la salud reproductiva y que es una técnica verdaderamente poderosa.
Son ejercicios de respiración y técnicas que permiten dirigir la energía del cuerpo. También hay meditación y masajes en los genitales. La idea detrás de todo esto es que el pene y los testículos también deben ser fortalecidos como los brazos, las piernas y el abdomen. Entendamos: forma parte del arte marcial, aunque a muchos no les guste hablar del tema. Combina un poco de budismo y otro tanto de taoísmo. Los que dominan el arte del pene de hierro lo cuidan celosamente. Sólo algunos elegidos pueden convertirse en discípulos.
Eso sí: si alguien encuentra a algún maestro de estas artes, que no le vaya con el cuento de que quiere tener un pene más largo. No se supone que nadie entrene para que le crezca el pito. En todo caso será una consecuencia de un aprendizaje que tiene valor en sí mismo. Quién sabe, a lo mejor en largo camino de aprendizaje, logran olvidarse de la cuestión esta del tamaño del pene...
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