Reconoce haber estado muy mal con él y de eso le echa la culpa a su ex pareja, Luciano Garbellano. Se postula como un títere que, durante algunos meses, estuvo hablando pestes de quien "le había dado de comer", sin darse cuenta. Pero Naza se hace cargo de su error y mendiga, siempre que puede, alguna migaja de esa relación que supo ser.
Para colmo ambos están haciendo temporada en Carlos Paz y mientras él se escapa, ella intenta, a toda costa, encontrárselo en algún lugar. De hecho aprovechó el día del estreno de "Gracias a la Villa" (obra que produce y protagoniza Gerardo) para enviarle una botella de vino con una tarjeta que decía: "No seré santa pero el champagne me pone mimosa", haciendo alusión a las dos obras del productor que ella protagonizó.
Pero Sofovich nada, nada de nada, pero Nazarena no se rinde. "A la única que me escribió una obra fue a mi", "Hay una relación de amor de muchos años", "Yo lo entiendo porque jamás vas a esperar que te hagan una cosa como la que le hice yo", "Gerardo pasa por al lado mío y yo agacho la cabeza", son algunos de los caballitos de batalla textuales que la Vélez utiliza para acercarse a Gerardo.
Pero a no asustarse porque, a pesar de estar tan ocupada con este plan de reconciliación, Naza sigue teniendo tiempo para atender a algunas de sus colegas. "Soy la única mujer que está encabezando una comedia en Carlos Paz", olvidándose, adrede, de Florencia De la V. "No vi el programa de Moria Casán, pero me contaron que empezó haciendo cuatro puntos y terminó en dos". "Natalia Fassi puede que sea muy corta para entender mi humor". Y siguió. Del amor incondicional que dice tenerle a Sofovich pasa a la bronca compulsiva que le provocan algunas de sus colegas. Sin escalas, claro, fiel al estilo Vélez.