Se suponía que la cosa sería previsible. Qué sueño podría ser más importante, para un cantante, que el de compartir al menos un minuto de estudio o escenario con un colega al que admira. Iván Noble arranca en consonancia con el prejuicio. "Cuando pensé en qué contar, se me vino a la cabeza el fin de semana que pasé encerrado en un hotel, en la época de Los Caballeros de la Quema, componiendo un tema con Joaquín Sabina. Después, recordé mi primer CD, cuando Joan Manuel Serrat me invitó a Madrid a grabar con él su tema Malas compañías", dice, casi pensando en voz alta.
"Claramente podrían ser esos mis sueños cumplidos. Pero hay un problema. Yo nunca soñé eso de chiquito. Fueron como regalos que me dio la profesión. Sin embargo, cuando yo era chico no soñaba con cantar con ellos", plantea con franqueza, y propone cambiar el rumbo. "Cuando era pendejo, a los doce, me fui a probar a Ferro. Corría 1980 y vivía en Ituzaingó. No quedé, pero la ilusión de jugar alguna vez en la cancha de Boca siguió latiendo", prologa. Desde entonces, hasta ahora, Iván Noble juega a la pelota con frecuencia.
La charla centrifuga temas secundarios. "Un hijo tiene que ser hincha del mismo equipo que el padre. Tiene que haber cierta tiranía ahí, porque de lo contrario, el día de mañana no vas a poder gritar un gol abrazado con él", reflexiona (desea). "A mí me hizo hincha de Boca un vecino que vivía en la casa que estaba delante de la nuestra", recuerda. Y regresa a su historia.
El tiempo pasó, y no faltar a los picados tuvo recompensa. "Un día, hace unos cuatro años, me llamaron de la Fundación que dirige el Pupi Zanetti", cuenta. "Me dijeron: Nos gustaría que participaras en un partido a beneficio que se va a hacer en unos días con jugadores, actores, músicos y periodistas". Y la misma voz en el teléfono le puso la frutillita al postre cuando agregó: "Se va a jugar en la cancha de Boca".
No hubo pregunta. Nada. Aceptó sin dudar. Y sin entender, tampoco, lo que significaría. "En ningún momento dimensioné lo que iba a ser eso para mí. Me acuerdo que era un sábado de mucho calor. Y que a los diez minutos de llegar a la Bombonera estaba en el vestuario. Lamentablemente, el visitante. Pero, ¿sabés lo que es llegar con el bolsito y ver un montoncito de ropa, la camiseta, los pantaloncitos, con un cartelito que decía Noble , al lado? De pronto, me estaba poniendo los botines y a cinco metros estaban Messi, Tévez, Troglio", cuenta.
A medida que avanza, la voz de Noble carga de intensidad el relato. "Te juro que a la salida del vestuario no podía evitar pensar cuántas veces yo me imaginaba lo que pasaba ahí, mientras esperaba en la tribuna, cogoteando para ver si aparecían los jugadores. Había unas diez mil personas. Estaba Sánchez que iba a dirigir. Era todo de verdad. Lo único de mentira éramos nosotros", sigue entusiasmado, y no se detiene.
Señala, entonces, que arrancó en el banco. Pero que, a los 20 minutos, el Pato Fillol lo miró. " Vení, Iván , me dijo. Nos llamó mí y a Vicentico, y entramos. Los primeros cinco minutos no paraba de mirar hacia la tribuna. Atacábamos para el arco que da a "la 12". Y yo pensaba, acá fue el gol de Maradona a Fillol, el gol de Benetti contra San Martín de Tucumán".
Cada sensación le aparece grabada a fuego. "Sentía un cosquilleo muy especial en todo el cuerpo. Se me estaba cumpliendo un sueño, a destiempo, como premio consuelo, como una especie de limosna del destino", reconoce Noble, y no deja de volver al partido como si lo estuviera viendo en vivo.
"En un momento, Castromán apila a varios por la izquierda y me sirve el pase. Yo, tres pasos atrás del área chica, recibo la pelota, me atoro sólo frente al arquero, cerré los ojos y pateé. Creo haber escuchado el uhhhhhhh, y recuerdo que volví agarrándome la cabeza, como diciendo, no puede ser, no puede ser. ¿Viste esos goles que no te podés perder?", monologa y confiesa con una carcajada: "Ahí, en medio de mi demostración de impericia, escuché la voz del entrenador de Ferro, diciéndome esto no es lo tuyo, hacé otra cosa ."
Noble la hizo. Y le fue, le va, bien. Sólo que cuando revisa la jugada, piensa: "Fue una injusticia que no haya sido gol. Si lo pensás narrativamente, es curioso. Yo nunca había soñado lo de Sabina o lo de Serrat. Por eso no los considero como sueños cumplidos, aún cuando tuvieron su cierre, y fueron dos canciones. En cambio, este sueño llegó a destiempo, y quedó rengo".
Rengo, pero cumplido.«
Ahora, el Gran Rex
Con la reciente edición de "Dicho y hecho", un repaso de su carrera con varios temas nuevos que grabó en estudio, pero con público, junto a una formación con aromas jazzeros, Noble se presenta el 9 de diciembre en el Teatro Gran Rex, a las 21.30 horas. Las entradas, desde 60 pesos.