Pregúntate a vos mismo: "¿Qué es lo que no es espiritual?". Si todo es Dios, todo es divino.
En la Biblia, y en todas las religiones se dice: "En el comienzo, todo era Dios...".
Tendemos a ponernos muy serios, muy solemnes cuando hablamos de espiritualidad. Tratamos de que parezca importante y especial. Porque hemos puesto a la espiritualidad como algo separado de nosotros, y por arriba nuestro, entonces, lo tratamos como algo diferente y distante. Hemos creado palabras como la realización, la liberación, el fundirse con la idea de Dios.
Hemos puesto esto en pedestales, como algo inalcanzable, que uno debería trabajar día tras día para alcanzar, y así y todo llevaría muchas vidas poder acercarse a ese estado.
La verdad es que siempre estuvimos liberados, siempre estuvimos realizados.
Lo único que tenemos que hacer es liberar la mente, liberar los celos, liberar las emociones enfermas, liberar los sentimientos de ira y envidia. O, en todo caso, controlar todo eso. En el mismo instante en que podemos controlarlo, ya estamos en nuestro estado divino de la liberación, y no tenemos que buscarlo afuera en pedestales inalcanzables
Comprendamos que si uno no se funde con toda la creación, si no se funde con amor incondicional con todo lo que nos rodea, no te vas a poder fundir con un "señor", o con la idea de Dios que tengas.
No hay un Dios ajeno y distante, con el cual hay que hacer méritos y penitencias, mientras no podemos vibrar en amor por nuestros semejantes y todas las fuentes de vida que nos recuerdan a cada instante que nosotros estamos vivos.
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