Cuando conocí a Fabiana y Esteban tuve la impresión de que formaban la pareja perfecta, la más feliz. Andaban contentos de verdad. Juraban que estaban hechos para encontrarse en esta vida. Un día, charlando, Esteban me cuenta la otra historia. Porque el amor siempre tiene la otra cara del sexo, esa que no siempre sale a relucir en los cafés: ellos no podían. Eso me dice Esteban, "no podíamos". Me costó entender, hasta que entendí que nunca, nunca jamás, habían tenido sexo con penetración. Sí de todo lo demás, pero nada de andar ¿penetrándose? ¿Qué pasó entre ellos?
Nada fuera de lo común: se conocieron y se enamoraron. Los dos eran un poco tímidos. Tal para cual. Ambos tienen ideas más bien conservadoras acerca del amor y estuvieron de acuerdo en dejar el sexo para más adelante. Un año después planearon el fin de semana perfecto para la primera vez. Reservaron una cabaña divina en Tigre. Finalmente llegó la noche soñada y tomaron unas copas de vino, encendieron velas, se acariciaron. Pero él estaba tenso y no pudo sostener una erección.
Volvieron a intentarlo dos semanas más tarde. Esteban tomó una pastillita azul para evitar que los nervios volvieran a jugarle una mala pasada. Esta vez la erección estaba firme, pero cuando intentó penetrarla, Fabiana se aterrorizó. Dijo que le dolía mucho, que no podía, que no...
Cumplieron cinco años juntos y queriéndose tanto como el primer día. Disfrutaron hasta aquí del sexo como se les daba mejor: con caricias y juegos, pero sin penetración. Empezaron a sentirse un par de bichos raros por no poder y empezaron también a preguntarse cómo iban a hacer cuando decidan tener un hijo. Entonces se animaron a consultar a un especialista. Así se enteraron de que lo que pasaba entre ellos es lo que los sexólogos llaman Matrimonio no consumado, aunque no tiene nada que ver con la libreta civil. Es la imposibilidad de lograr una relación sexual con penetración y le puede pasar a cualquier pareja. De hecho, le sucede a una de cada cien. La buena noticia fue que había solución.
Muchos se preguntan de quién es la culpa, de él o de ella. Lo cierto es que la situación se resuelve, en el consultorio, como si se tratara de una fobia compartida: los dos escapan a la situación que los espanta, en este caso, la penetración vaginal.
Fabiana y Esteban lo están logrando. Y ahora sí, aseguran ser los novios más felices del planeta.