Desde el nacimiento de los fichines, flippers y los videojuegos hogareños, siempre se planteó una polémica: mientras los padres sostenían que no servían más que para perder el tiempo, algunos estudios sostenían que algunos de ellos servían para tener más reflejos o incluso agilizar la mente.
Un grupo británico de apoyo al consumidor denominado Which y la Universidad de Londres decidieron estudiar si los videojuegos ayudan realmente, como prometen, a ejercitar la mente y estimular el cerebro, ayudando así a la agilidad mental y mejorar la memoria.
Los resultados fueron negativos. El estudio indica que no existen certezas científicas sobre la eficacia de éstos productos de entretenimiento sobre la salud mental. Incluso indican que la gente se beneficiaría más haciendo un crucigrama.
Pero la polémica está servida. Porque otro estudio, llevado a cabo por el Parlamento europeo, afirma por el contrario que los videojuegos permiten estimular y desarrollar valores como el pensamiento estratégico, la cooperación, la creatividad o la innovación , elementos fundamentales para la integración social.
Eso sí, éste último estudio menciona también la necesidad de que haya un control parental sobre los juegos con los que se divierten los niños. Y es que, según un tercer estudio, en este caso llevado a cabo por un par de especialistas de Estados Unidos y de Holanda, muestra que cuanto más advertencias sobre extrema violencia tenga un juego, es más deseado por los niños de 7 a 17 años. Incluso es más deseado si tiene la clasificación de prohibido para determinada edad.