Escena uno. Un chico camina al sol entre los canteros de la Plaza San Martín. Hace un tiempo que Coiffeur anda solo con la guitarra presentándose en el circuito de cantautores. Poco más de un año atrás llevaba también su primer disco homónimo, un CDR grabado y copiado en su pc hogareña que atraía, además, por la delicadeza de su booklet casero. Cantándole al rocío y a las calles de Morón, su barrio, en melodías tenues que se convertían en una velosísima evidencia de habilidad en la ejecución, llegó a ser uno de los artistas revelación del 2005 para la prensa musical.
Escena dos. Elije un árbol donde sentarse a conversar sobre el presente. Ahora, antes de viajar a Chile para participar del Festival Neutral, ya grabó un nuevo disco que -dice- tiene "un registro más fiel del vivo". Eso es lo que cambió: "el anterior era más plástico, éste es más carnal", asegura. Pero no todo termina ahí. Un sello -independiente, sí- se interesó en sus canciones y "está fabricando" su segundo trabajo que invita a ser regalo para el arbolito. Escuchá otro tema de "No Es", gentileza de Estamos Felices.
Escena tres. Regreso entre los que hacen plaza como un recreo, al calor que el viento no apura. El intervalo difícil de precisar para Coiffeur: "todavía no me doy cuenta de todo", se ataja. "Me gusta que las cosas se hayan dado así, de manera espontánea", dice con precaución. Desde los comienzos a esta parte, su nombre aparece cada vez más en las agendas de recitales y él dice que es más fácil invitarlo a él solo con su guitarra que a una banda. Pero lo invitan a él, habiendo taaantos cantautores dando vueltas. Sin ir más lejos, en su disco -producido por Mariano Esaín (Valle de Muñecas)- participan Pablo Grinjot, Gabriel Domenicucci, Andrés Ravioli y Pablo Romagnoli (los dos últimos, integrantes Brian Storming).
Ultima escena. La canción que nos regala bajo el árbol, casi un fogón, reza "Tal vez sea cierto, lo que queremos no es lo que hacemos", una pregunta tramposa según el muchacho que encuentra escenas poéticas en las calles de su barrio que en una época no muy lejana invitaban al rock suburbano, bien lejos de sus canciones. Así exorcisa las "trabas ocultas dentro de uno que no nos permiten llegar donde queremos llegar". Con el estribillos "coincidimos y no es casualidad. Qué mala suerte no es casualidad", elige nombrar a una manera de comportarse, por afinidad. Como el contacto con la escena chilena de Gepe y Javiera Mena ("por amigos de amigos"), como la bolsita de tela que decía mucho de la delicadeza home made de sus canciones. Como el diseño del disco objeto de su flamante álbum.