David Beckham, antiguo capitán de la selección inglesa de fútbol y una de las grandes figuras del deporte rey en los noventa, reveló lo que ha sido su viaje físico y emocional como embajador de la Unicef, que le permite visitar y hacer misiones de caridad por el mundo.
Según reseñó Sunday People, David encontró en su nuevo cargo una razón por la cual vivir, algo que le resulta emocionante tanto que es habitual verlo llorar, por las incontables historias de personas que le hicieron cambiar su percepción.
Swaziland, al sur de África, uno de los lugares donde fue recibido con los brazos abiertos, marcó su vida para siempre. Allí conversó con niños y jóvenes sobre la crisis del VIH que tiene la región (posee la tasa de infección más alta del planeta), y de la importancia de usar métodos anticonceptivos y de prevención como primer paso contra la enfermedad.
“El ser un líder implica saber reaccionar en situaciones como esas. Hablé con niños que no tienen quién les guie u oriente. Es necesario dialogar con los más jóvenes sobre esos temas. Espero estar haciéndolo de forma correcta”, comentó entonces Becks, quien apoyó con unas 400 mil liras esterlinas varias acciones sociales en Swaziland.
Destacó que la atención a los necesitados, en apoyo con el equipo de Unicef, es su nueva pasión. Al menos en ese territorio africano, el organismo internacional coopera con unos 56000 niños que quedaron huérfanos por causa del sida.
“La gente me pregunta por qué no sigo en el futbol como entrenador. Esta es la razón, es lo que me impulsa ahora. Ser parte de una organización que hace tanto por los más pequeños es lo que me motiva. Siempre seré un apasionado del fútbol, pero seguiré con esto. Mi familia sabe lo importante que es para mí, y me apoya. Me siento y hablo con mis hijos sobre dónde he estado y las causas que hemos ayudado. Es mi gran orgullo”, confesó.