Generalmente se usan los términos sequedad y deshidratación como sinónimos, pero no es lo mismo tener una piel seca que deshidratada. Por esta razón, requieren cuidados y productos diferentes.
La piel está seca cuando existe un desequilibrio de agua y lípidos en la capa superior de la epidermis. Entonces aparecen síntomas como la sensación de tirantez, la descamación, un tono cetrino, la falta de vitalidad y la pérdida de elasticidad. La mayoría de las veces suele tratarse de una cuestión genética pero también puede producirse por factores externos como medicamentos, cambios hormonales inducidos, climáticos o carencias nutricionales.
Para tratarla lo mejor es mantener la piel hidratada correctamente y tener una alimentación sana y saludable. Además es importante exfoliarla una vez por semana para retirar la piel muerta y aplicar mascarillas ricas en aminoácidos.
Cuando se habla de piel deshidratada, se hace referencia a un estado de la piel que se genera por la gran ausencia y falta de agua en las glándulas sudoríparas. Por ello, la piel suele tener una apariencia sensible, enrojecida e irritada. Y, en muchas ocasiones, las principales causas son el estrés y la menopausia.
Para prevenirla es básico tener una correcta hidratación corporal, siendo importante el consumo de dos litros de agua diarios para compensar esa falta de humedad. Además, se deben evitar los productos con efectos diuréticos, el alcohol y el tabaco, ya que potencian más el problema. Un aspecto fundamental es utilizar protector solar siempre porque la sobreexposición a la radiación UV también aumenta la deshidratación.
Luego de limpiar la piel, se debe utilizar una buena crema hidratante por la mañana y regeneradora por la noche. Los cosméticos con alto contenido en vitaminas (A, B, C y E) serán los mejores aliados.
En cuanto a la base de maquillaje, se debe elegir una de larga duración porque la piel deshidratada tiende a restar durabilidad al maquillaje, quedando desigual en el rostro.