Fertilidad y nacimiento simbolizan los huevos de Pascua desde los tiempos de la antigüedad en las comunidades romanas, egipcias y persas. Fue durante la Edad Media que se propagó la tradición de parte de los europeos de coleccionar huevos de colores y de esta manera se comenzó a asociar con la entrada de la festividad.
Gradualmente se fueron incorporando más elementos atractivos como la decoración de los huevos con motivos alegres, y a la par se sumaron los conejos ya que en algunas culturas también eran símbolo de la fertilidad.
La Pascua, que se celebra sin fecha fija pero sí entre el 22 de marzo y el 25 de abril, es el momento en que las iglesias son más visitadas que de costumbre y cuando más chocolates se come gracias a esta celebración. Por eso los más pequeños esperan con ansias el domingo de Pascua porque pueden comer los huevos de chocolate.
Aunque se trata de una idea que constantemente ha evolucionado, desde la Edad Media eran entregados estos huevos sobre todo a los seres más allegados. Sin embargo, entre el siglo XI y XVIII prohibieron comerlos en la Cuaresma, que son los 40 días antes de la muerte de Cristo) al considerarlos carne. Tampoco era permitida la ingesta de huevos.
Entonces, para mantener la tradición, eran preservados a través de una capa de cera para que no se vencieran.
Fue luego cuando se introdujo la idea de pintarlos y decorarlos. Pero ello tomó más auge en el siglo XIX y así fue como se extendió al resto del mundo. Se le llama huevo de Pascua porque evocan la muerte y resurrección de Cristo, y se dan como regalo a los amigos.