Hubo lagrimas de felicidad y tristeza por igual, pero sólo tres mujeres conmovieron al público y el jurado para convertirse en finalistas por San Luis en . Otro puñado de concursantes, que también habían tenido la posibilidad de elegir la canción, despertaron los abucheos de la tribuna y la descarnada crítica de los expertos.
La primera en emocionar a todos los presentes en el microestadio Ave Fenix fue Soledad Sampayo, una bellísima profesora de Inglés que interpretó magistralmente The power of love de Celine Dion. El único que se animó a bajarle la palanca fue Marcelo Polino. El resto sólo se limitó a disfrutar la excelsa performance.
Luego Lourdes Miranda apostó fuerte cantando aprender a volar y perdió todo en segundos. Ante el incesante llanto la autora del tema, Patricia Sosa intentó consolarla entonando la melodía con la puntana. Gabriela Flores estaba en crisis de nervios antes de pasar al escenario y cuando agarró el micrófono erró en casi todas las notas. Tan mala fue su actuación que Oscar Mediavilla disparó: “Creo que es subestimar a la gente tratar de dar una explicación sobre lo que hiciste”.
Sobre el final del certamen musical de , Isabel Alizegui deslubró con su monumental interpretación de Alfonsina y el mar. La pedicura de 57 años dio una clase magistral de actitud y por sobre todo de vida, luchando por triunfar como cantante. El grato asombro fue unánime, al punto que ninguno de los jurados reprobó a Isabel con su palanca.
La tercera finalista por San Luis fue Nancy Lucero, quien recibió respuesta a sus plegarias cuando cantó Sólo le pido a Dios. Sin embargo en su caso la decisión del tribunal fue sólo de 3 votos a uno.
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