El personaje de Alfredo Casero en Farsantes, simplemente, dejó de aguantar; dejó de sostener lo insostenible y se animó a hablar: le habló a su mujer por primera vez en su historia, con sinceridad y de frente, como lo hace con todos menos con ella.
“Me quiero separar. Estoy podrido de que me trates como una mierda. En general de todo esto y específicamente de ser infeliz. Estoy harto de ser infeliz. Conocí a otra persona y me voy a la mierda".
Marcos decidió ponerle fin a la dualidad que mantenía en su vida amorosa: se había convertido en un seductor afuera de su casa y en un sometido puertas adentro. Hasta que llegó el amor. Sí, después de probar varios cuerpos y ocultar varias de esas historias, el abogado se enamoró de Sonia (Julieta Zylberberg), quien lo impulsó al cambió. “Intenta ahogar los dolores y ellos aprenderán a nadar”, dijo alguna vez Frida Kahlo. Marcos, finalmente, conectó con ese flote.
Las palabras del "fin" no le salieron fácilmente y en ese curso saltaron viejos miedos (o traumas) sobre el "abandono" a su mujer y a su hija. Pero, como quien aguanta la angustia por mucho tiempo, cuando pudo soltarse lo hizo crudamente, sin cálculo mediante. “Me quiero separar. Estoy podrido de que me trates como una mierda. Estoy podrido de que pienses que no tengo pij…. Estoy podrido de que no me tomes como el macho de la casa. Estoy podrido, en general, de vos. En general de todo esto y específicamente de ser infeliz. Estoy harto de ser infeliz. Conocí a otra persona y me voy a la mierda", se desahogó.
Frente a la verborragia de su marido, la respuesta de su mujer (Vivian El Jaber) fue distante y fría, como la relación que mantenían. “Ok”, le dijo. Y como para reafirmar hasta último momento su lugar de dueña de casa, preguntó: “¿Te armás las valijas vos o te las armo yo?”. “Yo me la armo”, contestó él, y ella lo volvió a mandonear: “Ok, pero no desordenes el cuarto”.