La reacción de hombres y mujeres frente a un disgusto presenta pequeñas pero importantes diferencias. La respuesta de ellos está determinada por más palpitaciones, sudoración e impulso de enfrentarse físicamente, mientras que en las mujeres hay un mayor análisis sobre los sentimientos que el capítulo les provoca.
Esos matices hasta ahora se consideraban regulados por el contexto social, por el rol de proveedor del hombre y su mayor acción y la función de cuidadora de la mujer, pero un nuevo estudio establece que ese comportamiento tiene una raíz cerebral: la mayor actividad en la corteza insular en el cerebro masculino y el tálamo izquierdo, en el femenino.
El estudio, del Hospital de la Universidad Jagiellonian, en Cracovia, Polonia, en el que con resonancia magnética funcional (fMRI) se analizó la reacción de 40 voluntarios sometidos a la prueba de Sistema Internacional de Imágenes Afectivas, que incluye 800 fotografías que evocan estados emocionales negativos y positivos.
La investigación, presentada en la reunión anual de la Sociedad Norteamericana de Radiología que se realiza en Chicago, comprobó que frente a imágenes negativas, como un perro amenazante, una cárcel, un conductor borracho, mutilación o una mujer maltratada, las mujeres mostraban mayor actividad en la zona del tálamo izquierdo, encargada de transmitir la información de los sentidos hacia la corteza cerebral. "Es una zona de relevo, es decir, donde la información es sujeta a un mayor análisis y procesamiento antes de pasar a la corteza", explica Andrea Slachevsky, neuróloga de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
En los hombres, en cambio, el estudio indicó que tienen más actividad en la corteza insular. Esta zona controla las funciones involuntarias del organismo, como la respiración y los latidos del corazón en respuesta al estrés u otros estímulos ambientales.
Para Andrzej Urbanik, jefe de radiología del Hospital de la U. de Jagiellonian y autor del estudio, los resultados indican que los hombres tenderían a procesar las emociones negativas de una manera que los lleva a actuar físicamente de acuerdo con lo que viven. Esas diferencias de activación cerebral, dice Slachevsky, implica que mientras en los hombres hay una respuesta visceral más intensa, en las mujeres se produce un mayor análisis de información ante los acontecimientos.
Pero esa activación en los hombres frente a emociones negativas no implica ausencia de actividad en el tálamo izquierdo y viceversa. "En las mujeres se produce un mayor análisis perceptivo, pero no significa que ellas evadan las situaciones de peligro y no actúen. Son sesgos cerebrales que matizan la respuesta", concluye la neuróloga.