El pianista Horacio Lavandera regresa a Buenos Aires con un concierto íntegramente dedicado a la obra del alemán Karlheinz Stockhausen (1928-2007), programado dentro del ciclo que el Centro de Experimentación del Teatro Colón ofrece en el teatro El Globo.
El niño prodigio, que a los 13 años se obsesionaba por las composiciones de Alban Berg, es hoy un adulto que vive en Madrid, da conciertos por todo el mundo, consagra gran parte de su tiempo a interpretar el repertorio contemporáneo y discute sus ideas sobre esa producción con los compositores más notables de la actualidad.
Su relación con Stockhausen comenzó en el 2004, cuando en el marco de un curso interpretó el Klavierstücke XI. "Fue siempre muy amable conmigo", cuenta Lavandera. "Estuve en su casa, me mostró manuscritos de sus obras recién hechas y me indicó numerosas cosas que ni siquiera están en los comentarios introductorios a las partituras. Cuando lo conocí estaba muy contento por mi versión del Klavierstücke XI. Le interesaron mis ideas sobre la conexión de los diferentes grupos en esa obra. Era muy exigente respecto de la organización métrica, que se basa en la serie de Fibonacci".
Tenía fama de hombre serio, como su música...
En su música hay muchísimo humor. Tierkreis y la ópera Freitag son obras cargadas de alegría. Creo que en toda la música alemana -en Beethoven, en Brahms, en Schumann- hay un gran humor, diferente al latino por supuesto. Pero definitivamente los alemanes se tomaban el humor muy en serio. ¿Un ejemplo de humor en Stockhausen? Cuando da al intérprete la posibilidad de que coloree su música con su propia visión. ¿Qué es eso sino buen humor, inteligencia, y enorme libertad dentro de las pautas del estilo?
Harás obras de diferentes períodos. ¿Las ordenarás cronológicamente?
No. Voy a tocar cuatro piezas de Tierkreis que van a estar interpoladas con las piezas para piano y con las de electrónica y piano. Lo organicé así por una cuestión de color, pero también por una cuestión de forma. Creo que va a resultar más ameno, las veces que organicé el concierto de este modo las críticas fueron fantásticas, la gente quedó muy contenta y creo que tiene sentido intercalar sus pequeñas piezas con las de más contenido.
¿Podrías describir los cambios estilísticos en su obra?
Son muchos, porque constantemente quería imponer reglas diferentes a su método de composición. Una obra es completamente diferente de la otra. Creo que eso es lo que me maravilla de cada compositor, ver las distintas manifestaciones de lo sonoro.
Con Pierre Boulez tuviste una oportunidad similar a la que se te presentó con Stockhausen y pudiste interpretar frente a él una de sus obras, "Incises". ¿Cómo fue ese encuentro?
Muy bueno. Hacía mucho tiempo que lo quería conocer, pero los tiempos de sus actividades y también mi agenda de conciertos, que no me permite programar mucho a Pierre Boulez, posponían este encuentro. Espero estrenar dentro de poco su Tercera sonata.
¿Sentís frustración al no poder programar obras de compositores actuales en tus conciertos?
No me gusta la palabra "frustración", me parece horrible. Pero sí siento la necesidad de mostrar lo que creo debe ser una programación en música. Me paso mucho tiempo pensando cómo programar un concierto y cómo situar a Boulez en un programa, porque no es bueno ubicarlo en cualquier concierto. No se puede mezclar cualquier cosa con Scarlatti o con Haendel. Me pregunto cuáles son los compositores que pueden rodear a Stockhausen, Boulez o Kagel. No se pueden hacer cosas disparatadas. Creo que en el mundo falta coherencia a la hora de programar. Se programa como hace cien años; peor que hace cien años, en verdad, porque en la Berlín del 20 había desafíos permanentes.