El próximo jueves se estrena una de las películas más esperadas del año: Watchmen. Esta adaptación de la historieta que Alan Moore y Dave Gibbons publicaron entre 1986 y 1987 tiene por fin su versión cinematográfica, después de varios amagues y, por sobre todas las cosas, varios juicios.
Es que a principios de los 90, los derechos de Watchmen fueron comprados por la cinematográfica Fox, que a su vez vendió los derechos de realización a la productora Largo International, con la condición de mantener la distribución internacional.
En mitad del proyecyo, Largo quebró, y la adaptación de Watchmen quedó en la nada. Casi 20 años habían pasado cuando Warner Brothers y Legendary Pictures volvieron a comprar los derechos (distribución y realización respectivamente) y apostaron en el nuevo proyecto con más de 130 millones de dólares.
Pero, cuando menos lo esperaban, Fox recordó la compra de los derechos Watchmen en los 90 y dio inicio a un juicio millonario que no sólo postergó el estreno de la película (esperado en enero) sino que también lo puso en riesgo: si el asunto no se aclaraba, la película no se estrenaba. Finalmente, en un acuerdo secreto, Fox y Warner hicieron las paces.
Por eso mismo, entre el 5 y el 6 de marzo (recordemos que en muchos países los estrenos llegan los viernes) se llevará a cabo el estreno mundial de la tan comentada y conflictiva Watchmen.
¿De qué va la historia?
Todo comienza con el asesinato de Edward Blake. Un hombre solitario que vivía retirado en su departamento. Lo que nadie, o pocos, sabían es que Edward Blake había sido alguna vez El Comediante, un héroe de una moral bastante endeble, que era parte de Los Vigilantes (The Watchmen), un grupo de personas enmascaradas que buscaban proteger la justicia en medio de una sociedad convulsionada por Vietnam y la latente guerra contra la Unión Soviética.
Pero, ¿quién vigila a los vigilantes? Ese fue el mayor de los reclamos sociales que sufrió el entonces Presidente Nixon, por lo cual ordenó prohibir a estos héroes enmascarados. Y todos renunciaron, a excepción de tres: el empresario Adrian Veidt, también conocido como Ozymandias, quien dejó de usar máscara para explotar de forma mercantil su imagen, creando así un imperio económico; Jon Osterman, llamado Dr Manhattan, quién sufrió un accidente en un laboratorio y quedó con el poder de controlar la materia, además de conseguir un brillante tono azulado para su piel y Walter Kovacs, cuyo alias es Rorschach, un detective que comienza a investigar la muerte de El Comediante y cuya historia anota en su diario intimo, hilo conductor de la película.
A través de estas investigaciones, podemos ver como era la vida de los enmascarados cuando se los consideraba héroes, y cómo, luego de la ley Nixon, fueron convertidos en personas de la más baja fibra social. Sçolo Ozymandias y Osterman fueron bien vistos socialmente: uno, multimillonario y el otro, una maravilla de la ciencia, considerado muchas veces como un Dios.
Lejos de ser una tradicional película de acción, Watchmen indaga en la vida personal de cada uno de los enmascarados, mostrando así personas imperfectas, con dilemas morales, psicológicos, familiares e incluso amorosos que nos hacen ver que los superhéroes también son humanos.
De todas formas, las pocas escenas violentas que se pueden ver en esta producción de Snyder, son extremadamente fuertes: sangre a borbotones, huesos rotos y hasta canibalismo adornan de rojo sangre la pantalla de a ratos.
En definitiva, lo que Zack Snyder hizo fue llevar (casi) tal cual una historieta a la pantalla grande, como ya había hecho con 300. Por eso mismo, para ir a ver Watchmen se necesita tiempo, ya que cualquier compromiso puede interrumpir las 2.40 hs de duración de la película. Pero más allá del tiempo, y de la poca acción, Watchmen es una de las mejores adaptaciones de comics que podemos ver en la pantalla grande.
