¿Quién ha tenido en su historia un amor destructivo? Muchas, seguramente.
El problema empieza cuando se cree que no es posible amar sin sufrir. Ejemplos, miles. ¿Tú hermana, tu amiga más íntima, vos?
Quienes son atraídas por este tipo de relaciones (más mujeres que hombres, por cierto) son personas co-dependientes que sufren el amor en lugar de disfrutarlo.
"El amor, a veces se asocia con el dolor por un estereotipo de amor romántico, en el cual los amantes sufren por amor. También tiene que ver con la creencia de que, quien se arriesga a amar, se arriesga a sufrir", explica la Dra. en Psicología Mariana Gancedo.
Como cita en su libro Robin Norwood "Las mujeres que aman demasiado", ellas siempre se enamoran de hombres problemáticos, llevadas por la fantasía del rescate. Sufren convencidas de que van a salvar a quien aman y deambulan entre la baja autoestima y la omnipotencia. Lo peor, es que terminan en un padecimiento no solo psíquico sino también físico.
"Las relaciones con tintes sadomasoquistas están dentro de una patología en la cual personalidades psicópatas se unen a otras dependientes creando vínculos en donde uno se victimiza y el otro sufre. De alguna manera son el uno para el otro, pero dentro del campo de la enfermedad", concluye Gancedo.
"No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto", termina un poema de Borges. Y cuántos se sentirán identificados... ¿Tiene más rating el amor enfermizo? Puede que sí.
Sin embargo, cuando encontramos el amor sano y nos quitamos de encima eso que hace mal, que nos lleva al vivir tristes y amargadas, aparece la tranquilidad. Esa que no tiene que ver con la rutina y el aburrimiento, aunque ciertas veces se la asocie.
La tranquilidad mental es la que permitirá que ocupemos nuestras energías en otras cosas que tienen que ver, justamente, con nosotros mismos y que a veces preferimos evitar.
¿Y vos, qué buscás a la hora de elegir? ¿Te sentís preparada/o para un amor sano?