Todo comenzó el lunes cuando para mantenerse vigente en los medios, la ignota Oviedo le dio un beso a Nino Dolce. Su novia, Valeria De Genaro puso el grito en el cielo y catalogó a la "usurpadora de machos" como "puta", "gato", "trola" y demás adjetivos calificativos referentes a la prostitución. La ahora ex de La Tota Santillán le contestó con insultos similares y las dos estuvieron a medio segundo de agarrarse de los pelos.
Canosa, fiel a su estilo, reunió a las dos despechadas con el macho en discordia y, por si fuera poco, invitó a las dos morochas griegas. Nadie sabe para qué. En teoría fueron a defender a su amigo Nino, pero lo único que hicieron fue reírse al aire de todo lo que pasaba y miraron para todos lados como si nunca entendieran qué estaban haciendo allí. Se entiende, estas chicas, las Xipolitakis, mientras estén frente a una cámara poco les importa la razón: son capaces de insultar al Papa con tal de tener 15 minutos de fama... y Nino, un cuatro de copas que tiene más ganas de ser famoso que las dos juntas, las puso en su catálogo de amigas para poder potenciarse mutuamente.
Pero esto no terminó acá: mientras las griegas buscaban en su vacía cabeza algo medianamente interesante para decir, Nino intentaba reconciliarse con De Genaro "Fue sólo un besito", retrucaba el chef e intentaba comerle la boca a su pareja. Pero ella, rápida de reflejos, le esquivó el chupón dejándole el pico estirado como un dibujito animado y lo remataba con la siguiente frase: "Salí asqueroso, que con esa boca besaste a la cochina de Cecilia Oviedo". Como diría un viejo dicho popular (un poco reformado) "Dios los cría y Canosa los amontona".