La primera noche de julio en La Vaca Profana, un bar tanguero del Abasto, milonguearon Rodrigo Guerra, Gonzalo Santos y Santiago Fernández. Armados con tres guitarras, cavaquinho, flauta "pirulin" celta y hasta con un serrucho, son La Quimera del tango, que junto a algunos intérpretes amigos, presentaron su segundo disco: "La muerte del tango".
Cuando se mata un género, hay que esperar a que despierte. La Quimera vive ese renacer, con humor, milongas de arrabal, valses melancólicos y ambigüedades cotidianas. Interpretado con un lunfardo natural, actual, Rodrigo Guerra nos lo dibuja "con los colores que tienen en la paleta" dentro de su universo tanguero: "siempre que haga falta ejecutar una obra musical es necesario una resucitación. El tango estuvo moribundo, un poco mediáticamente, pero siempre fue joven, es joven y tiene mil vidas".
Los muchachos interpretan el tango como nació, en el patio de los conventillos y son capaces de hacer que un serrucho entone "El día que me quieras" de Gardel y Le Pera. Así, La Quimera se suma al patio infinito de las guitarras arrabaleras, donde también sueñan milongueando las de Daniel Melingo y Palo Pandolfo.
"La muerte del tango" va en sus carrozas, este 12 de julio, hasta la Ciudad de La Plata, Av 7 casi 42, en "Tango Criollo Club" a las diez de la noche y como canta su milonga campera, Jesús María: "Que la verdad sea dicha aunque la dicha no sea verdad".