Viajar no siempre es un placer. Al menos, para los que lo hacen en subte. La espera, la gente que sube y baja, los empujones y el calor suelen convertir el traslado en una rutina infernal, capaz de arrebatarle el buen humor hasta al pasajero más feliz de todos. Afortunadamente, hay "Tres Gatos Locos" que se encargan de transformar los tediosos vagones en un alegre teatro público ambulante.
El telón se corre en la estación Carlos Pellegrini de la línea B y se cierra en Avenida de Los Incas, los miércoles de 11 a 14. Durante ese trayecto, Galileo Bodoc, Rodolfo Fernández Lisi y Juan Manuel Gabarra invitan al espectador-pasajero a sumergirse en las profundidades de la sociedad moderna con su obra "Incomunicación", que como su nombre lo sugiere trata del corte que genera la tecnología en la fluidez de las relaciones humanas.
En el patio de la casa de un gato loco, el trío coincide en que los estrenos subterráneos son siempre un desastre. "Todos los errores saltan a al vista, se enredan los cables, salta la música- compuesta por Leo Betinelli-, estamos nerviosos, Galileo rompe el subte", explica "el amigo" Juan, provocando las carcajadas instantánea de sus compañeros. Aclaran que, por suerte, como en un solo día hacen más de quince funciones, el caótico comienzo cae en el olvido en cuestión de horas.
Lo que resultó ser un recuerdo imborrable fue esa primera vez, hace cuatro años, cuando debutaron con una obra bajo tierra. Según cuentan, fue una experiencia que rozó lo traumático. Ahora los Tres Gatos locos ya sienten el subte como en su hábitat natural, la gente los espera y les agradece el delivery teatral y ese viaje por la extra-cotidianeidad social.