La reina Isabel II hizo a un lado sus recientes problemas de salud para asistir a una misa de acción de gracias en memoria de su esposo el Príncipe Felipe el martes en la Abadía de Westminster entrando a la cavernosa iglesia a través de una puerta lateral para acortar la distancia hacia su asiento.
La monarca entró a la abadía del brazo de su segundo hijo, el príncipe Andrés, y después se separó para caminar sola hasta su asiento, lo que alivió las preocupaciones sobre sus "problemas de movilidad'' que limitaron sus apariciones públicas en meses recientes.
Su elección de acompañante será vista como un voto de apoyo para Andrés, después de que llegó a un acuerdo legal por una demanda vinculada a su asociación con el fallecido delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein.
Isabel, quien recientemente se recuperó de COVID-19, no asistió a la misa del Día de la Mancomunidad celebrada en la Abadía de Westminster, aunque mantuvo otras tareas en su agenda. La monarca de 95 años participó activamente en planificar la misa para el príncipe Felipe, que incluyó himnos y homenajes de parte de las organizaciones benéficas que apoyó en vida.
Esos detalles no fueron posibles durante el funeral de Felipe el año pasado debido a las normas por la pandemia.
Unos 1.800 familiares e invitados asistieron al acto. Apenas 30 personas acudieron al funeral del año pasado, realizado bajo estrictas normas de cuarentena que obligaron a la reina a sentarse sola, con una mascarilla negra para despedir a quien fue su esposo por 73 años. Felipe, duque de Edimburgo, falleció el 9 de abril a los 99 años.
El reverendo David Conner recordó el servicio de Felipe a la reina y su dedicación a la protección ambiental, así como su compromiso para dar a jóvenes herramientas necesarias para el éxito a través de su Premio Duque de Edimburgo.
Fuente: Télam