Es uno de los artistas argentinos más queridos y talentosos, sin embargo, poco se sabe sobre su vida privada y sus historias de vida.
Enrique Pinti (76) abrió su corazón en una interesante charla con el doctor José Eduardo Abadi para la revista Viva. Allí, el actor brindó más detalles sobre un difícil episodio que vivió en su niñez, y que ya había revelado en Secretos Verdaderos en 2013.
Pinti contó: "Tengo miedo a todo: a la oscuridad, a lo que no conozco, a perderme en los aeropuertos. Tengo diabetes y tengo miedo de quedarme ciego o que me corten los dedos del pie. Mi único drama eran las dietas que tenía que hacer desde los 8".
"El confesionario tenía la ventanilla para las mujeres al costado. Los hombres abríamos la puertita y nos poníamos en la rodilla del cura. De terror la cosa. De repente me empezó a preguntar si tenía malos pensamientos. Y yo, boludo, le dije que sí porque, a veces, pensaba en comer. O que quería matar a mi mamá porque me escondía la comida. Yo pensé que me preguntaba sobre eso. Entonces me empezó a tocar el cinturón. Lo que más recuerdo es su olor a transpiración penetrando y el mal aliento".
"¿Hubo algo que disparara esos miedos terroríficos?", indagó Abadi, que es psiquiatra y psicólogo. Pinti siguió: "Es una cosa tan rara que no la puedo analizar ni comprender. Hay muchos abusos hacia los chicos… Un cura me quiso toquetear en el confesionario. Me dio risa. Tenía 9 años. Era tan feo el tipo y tenía un olor a transpiración que te volteaba… era pleno verano. En ese momento, yo era un boludo que todavía no sabía cómo se hacían los nenes. Es un episodio traumático y yo no me río de la gente a la que le pasó eso. El tipo era un cura que estuvo poco tiempo en la iglesia. No se le podía aguantar el aliento a oveja muerta. Los varones nos confesábamos en su falda. El confesionario tenía la ventanilla para las mujeres al costado. Los hombres abríamos la puertita y nos poníamos en la rodilla del cura. De terror la cosa. De repente me empezó a preguntar si tenía malos pensamientos. Y yo, boludo, le dije que sí porque, a veces, pensaba en comer. O que quería matar a mi mamá porque me escondía la comida. Yo pensé que me preguntaba sobre eso. Entonces me empezó a tocar el cinturón. Y yo tenía bien en claro qué era lo que él quería. Me di cuenta de que nada tenía que ver con su función de cura. Lo que más recuerdo es su olor a transpiración penetrando y el mal aliento".
El actor, que presenta su nuevo show Otra vez sopa, en el teatro porteño Liceo, agregó: "Fue muy perverso. Pero, por mi actitud, el tipo se dio cuenta de que no podía avanzar demasiado. Lo único que tuve en cuenta fue no volver nunca más las tres semanas en las que estuvo. Es decir, no fui más al confesionario. Yo no le dije nada a nadie. No conté de este episodio hasta que tuve unos 50 años. El miedo iba más por el lado de que no me fueran a creer. Yo lo cuento así y se iban a pensar que era un chiste. Antes estas cosas no se hablaban. Y cuando eso cambió, lo conté. Ahora la gente sabe que todo eso existe y existió".