El 13 de noviembre marcó un antes y un después en la vida del pueblo francés. Al menos después de la Segunda Guerra Mundial. Una serie de atentados del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS) se cobró la vida de 129 muertos, entre ellos la de Hélène Muyal-Leiris (en la masacre del teatro Bataclan), una maquilladora de 35 años y madre de un bebé de 17 meses. Su marido, Antoine Leiris, hizo pública una emotiva carta abierta en Facebook, donde compartió sus sensaciones al perder al amor de su vida. Y el texto conmovió al mundo, que viralizó el texto en las redes sociales.
La carta, titulada No tendrán mi odio, se dirige al grupo fundamentalista que le arrancó a su esposa. Allí expresa el dolor que siente por la pérdida y su decisión de no inculcarle el rencor a su pequeño hijo.
No tendrán mi odio
La noche del viernes ustedes robaron la vida de un ser excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero ustedes no tendrán mi odio. No sé quiénes son y tampoco quiero saberlo, ustedes son almas muertas. Si ese Dios por quien ustedes matan tan ciegamente nos ha hecho a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón.
Así que yo no les daré el regalo de odiarlos. Ustedes lo están buscando, pero responder al odio con la cólera sería ceder a la misma ignorancia que hace de ustedes lo que ustedes son. Ustedes quieren que yo tenga miedo, que mire a mis conciudadanos con ojos desconfiados, que sacrifique mi libertad por la seguridad. Perdieron. Sigo siendo el mismo de antes.
Yo la he visto esta mañana, finalmente, después de noches y días de espera. Ella estaba tan hermosa como cuando partió el viernes por la noche, tan bella como cuando me enamoré perdidamente de ella hace más de 12 años. Por supuesto que estoy devastado por el dolor, les concedo esa pequeña victoria, pero esta será de corta duración. Sé que ella nos acompañará cada día y que nos volveremos a encontrar en ese paraíso de almas libres al que ustedes jamás tendrán acceso.
Nosotros somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo. Y ya no tengo más tiempo para darles, tengo que volver con Melvil que ya ha despertado de su siesta. Tiene apenas 17 meses de edad. Va a comer su merienda como todos los días, después vamos a jugar como siempre y, toda su vida, este pequeño niño les hará frente siendo feliz y libre. Porque no, ustedes no obtendrán su odio.