Christophe Krywonis y un mal recuerdo de sus años en el Caribe: "Me echaron de un restaurante después de discriminarme porque era blanco"
En su juventud, el cocinero y jurado de MasterChef vivió en la isla Martinica y contó lo feo que la pasó antes de instalarse en la Argentina.
Hay un antes y un después en la vida de Christophe Krywonis (50) desde que MasterChef le dio una enorme popularidad. En una entrevista con la revista Pronto, el exigente jurado del reality culinario reveló cómo era su vida antes de llegar al país y contó la discriminación que sufrió cuando vivió un año en Martinica, una isla caribeña perteneciente a Francia.
"Llevo 26 años viviendo aquí. Me siento franco argentino, una mezcla de los dos. Pero, para ser sincero, me sería imposible pensar en volver a vivir a Francia", aseguró el cocinero. "La calidad de vida que tengo aquí no la tendría en Francia. Yo siempre fui cálido y por eso me sentí cómodo acá desde el primer día", contó.
"Era cocinero pero a la semana y media de estar trabajando tuve problemas de racismo. Me discriminaban porque era blanco (…) Me chocó lo que pasó y me dolió. Me echaron y estuve sin el pasaporte y sin dinero. Me quedé sin nada. Tenía 30 euros en el bolsillo. Fue algo violento porque no tenía ni para comer ni donde dormir".
A los 18 años, Christophe partió de su país natal para hacer el servicio militar y luego eligió vivir en la isla, donde no fue recibido como esperaba: "Estuve un año en la isla Martinica, donde conocí piratas, cafishos, gente corrupta francesa", contó. "Era cocinero, pero a la semana y media de estar trabajando tuve problemas de racismo. Me discriminaban porque era blanco (…) Me chocó lo que pasó y me dolió. Me echaron y estuve sin el pasaporte y sin dinero. Me quedé sin nada. Tenía 30 euros en el bolsillo. Fue algo violento porque no tenía ni para comer ni donde dormir", relató.
La famosa Ley de Murphy dice que todo lo que salir, va a salir mal y su estadía en la isla no mejoró cuando un hombre le ofreció dormir en su barco por 10 euros: "Era una pocilga horrible, con ratas, agua podrida, estaba abandonado. Fue una situación de película porque fue una noche de tormenta, encima. Al día siguiente vino la policía y me explicó que ese barco estaba secuestrado por tráfico de drogas. Por suerte me perdonaron y me dejaron ir", reveló.
Pero incluso todo mal momento tiene su parte positiva. Tras su racha de mala suerte comenzó a incursionar en la cocina y las cosas poco a poco fueron mejorando, hasta que se instaló en Argentina. Hoy Christophe es padre de cuatro hijos, abuelo y en lo profesional el resto es historia.
Los comentarios publicados en ciudad.com.ar podrán ser reproducidos parcial o totalmente
en la pantalla de Ciudad Magazine, como así también las imágenes de los autores.