Es un tema que se repitió mil veces. No nos engañan a nosotros. Hace años que miramos tanta tele. Pero esta vez hubo una diferencia. El cómo. Desde la época de Polosecky o Juan Castro que venimos viendo cómo la pantalla chica se ocupa de realidades sin glamour. El famoso “otro lado” que nos incluye (o excluye) a todos (o a cada vez más). El típico lugar en donde aquellos que tienen más espían a los que tienen menos. A veces preocupados en serio, a veces por necesidad. Y ahí, en la calle, no hay culo grande o teta encapsulada que te haga más o menos que otro. Ahí, vemos cómo nos pegan otro baile. Un baile sin Alfano. Un baile posta. Porque cuando la tele se pone sensible, a veces, te despierta. Te da un golpe en la cara. Se te corre la máscara.
Y no nos podemos hacer los estúpidos por más estupidez multiplicada que haya. Eso nunca está de más. Entonces, miramos, otra vez, el “mundo de los cartoneros”. Y todas las historias fueron garrotazos. Un “me encontré 350 pesos y me puse a llorar” de un hombre con siete hijos que fue despedido de una fábrica no puede maquillarse. ¿Qué purpurina le vas a meter a eso? “Lo que más me duele es que la gente me discrimine y no se dé cuenta de que este es mi trabajo”, contó otro laburante de la calle. Verdad pura. En el centro de tu propia indiferencia. ¿Qué vas a hacer con eso? ¿Vas a cambiar de canal? ¿Querés algo más 0 calorías para mirar? ¿Incómodo, no? Tomá. Anoche, “Animales sueltos” mostró uno de esos típicos informes en donde la tele trata de no hacer la gila. Y la jugada salió bien. Cartoneros, otra vez, pero distinto.
Pero no estaba Tognetti, no estaba Graña, no estaba Ronnie Arias, no estaba María Julia Oliván con cara de preocupada. Estaba Gustavo Conti, el de la Casa de Gran Hermano, el de la Capristo. El pibe que nos despejó treinta millones de prejuicios con tres preguntas bien hechas al hilo y nos demostró, de una, que a fuerza de sentido común también se puede hacer otro “periodismo”. Periodismo amateur sin demagogia, diríamos para ponerle fichas. Porque aunque el tema no fue sorprendente, la sensibilidad del “cómo estuvo hecho” superó, por lejos, a otros programas que viven de eso…