¿Alguna vez pensó en reparar una muñeca? Si la respuesta es "sí", preste atención a esta historia de una familia que se encarga desde hace un tiempo, en formar un verdadero “sanatorio” para los juguetes.
Y es que en “Squatriti” se arreglan tesoros de todo tipo y los dejan como nuevos: Muñecas de porcelana hechas añicos, soldaditos que perdieron partes de su cuerpo en algún combate, vasijas e incluso joyas, como un vaso de cerámica pintado por Pablo Picasso.
“Cada vez traen más objetos de uso común, pero antes eran trabajos mucho más complicados, grandes piezas de las familias nobles que querían restablecer el estado de sus bienes después de la guerra', explica Federico Squatrito a EFE.
Y es que allí, a ese lugar especial para los nostálgicos, acudieron muchas familias aristocráticas, nobles, y hasta el mismísimo rey Umberto II. Todos fueron en busca de lo mismo: reparar sus objetos más preciados.
La tienda, que está a cargo de Federico Squatrito y su madre Gelsomina de 76 años, recibe 1.200 clientes al año y repara entre 4 y 5 piezas diarias, pero alrededor de 100 quedan almacenadas para siempre en las estanterías, porque sus dueños se olvidan de retirarlas.
Federico Squatrito comenta: “Hasta los años sesenta no eran un juguete, sino un objeto para contemplar por su belleza. Ahora las muñecas se maltratan'”.
Squatrito explica además, que su trabajo cambió radicalmente con la incorporación de mecanismos electrónicos en el “cerebro” de estas muñecas, que según él “no están hechas para que el hombre las trabaje”.
Lo cierto es que, esta familia de restauradores se convirtió, desde hace un largo tiempo, en un verdadero atractivo para muchos, como es el caso del cineasta Roman Polanski, quien en una de sus visitas a Roma se fotografió con estas entrañables muñecas.