Qué quieren saber de Haroldo?". Pregunta Alfredo Miguel Cirigliano, el anfitrión: hasta su campo, Los Pumas, ha llegado una comitiva que desandó 200 kilómetros desde Buenos Aires para celebrar el preestreno de Homo Viator en el cine-teatro Español de Chacabuco. Cirigliano parece haber crecido a imagen y semejanza de su apodo: desde chico le dicen Wapchy, que, según explica, significa "panzón" en gaélico. Haroldo Conti pasó distintas etapas de su vida en este campo y, ahora que se estrena una película -documental con algo de ficción- sobre el escritor, cada rincón adquiere ribetes de sitio histórico. Cuenta Wapchy: "Daba vueltas alrededor de la mesa de la cocina, esa que está allá, después se sentaba a escribir ahí y le dejaba los borradores a mi mamá, Maruca, que era muy compinche de él". Esa mamá adoptiva es la de la dedicatoria del cuento Ad Astra (A Maruca Cirigliano, que me enseñó el camino del álamo carolina), y ese hogar adoptivo es el descripto en Mi madre andaba en la luz. Ahí está la vieja cocina Carelli a leña. Mientras siga encendida, mi casa vivirá, escribió Conti.
Ahora está apagada, pero uno diría que la casa está más viva que nunca: hay sonido de guitarras, crepitar de leña en el hogar, aroma de lechón y cordero asado. Gente de boina y bombachas que va y viene agasajando a los visitantes porteños. Hasta los intendentes de los pueblos vecinos, Chacabuco y Bragado, se han acercado al lugar. Por ahí anda un exultante Darío Grandinetti, también de boina y bombachas, facón en mano, picando salame casero y empanadas cocidas en horno de barro. "Sos igualito a Haroldo", lo lisonjean un par de primas del dueño de casa. Alguien quiere una foto, otra un autógrafo, otro parece confundirlo con el Conti real -entusiasta, según Wapchy, de las carneadas- y le muestra fotos de un enorme chancho muerto: "¡¿Sabés las bondiolas y los jamones que salen de ahí?! ¡Un espectáculo!".
Tinto en mano, el director Miguel Mato explica: "En este mundo necrofílico, la muerte y la tragedia te valorizan como persona. Yo me niego a eso: la película no apunta al desaparecido, sino al Haroldo en vida, al padre, al amante, al isleño, al escritor que hacía una literatura del hombre común". En efecto, Conti incluía en sus cuentos a personajes de Chacabuco y pueblos vecinos. "Venía -aporta Wapchy- a los boliches conmigo y conversaba con la gente. A mí me nombra en alguno, pero no sé en cuál: no me gusta leer ni caminar".
Cae el sol, asoma el frío, y aún falta el acto en la Municipalidad de Chacabuco -Grandinetti, Mato y Víctor Santamaría, productor del filme, serán nombrados visitantes ilustres- y la función a sala llena. Pero antes, la comitiva se desplaza por un camino de tierra hasta el centenario árbol de La balada del álamo carolina. Ahí, una placa cita el epígrafe del cuento: Ciruelo de mi puerta,/ si no volviese yo,/ la primavera siempre/ volverá. Tú, florece.