Treinta y seis minutos después de la medianoche del domingo se conoció lo que después de cuatro meses de tensión todos querían saber: quién era el ganador de Operación triunfo (domingo a las 21.45, Telefé). Finalmente, Cristian, un mendocino de 21 años, se quedó con el título al vencer en la final a su "hermano" Gabriel por 413.598 votos contra 301.502. Alzándose así con una caterva de premios bastante heterogéneos: 100 mil pesos, un contrato con la Warner para grabar un disco, una moto, una Playstation 3 y un reloj.
Todo había empezado casi tres horas antes con la presentación por parte de Marley de los cuatro finalistas que sobrevivieron a más de 120 días de encierro en la Academia, dejando en el camino a otros 15 aspirantes a estrella. Los mendocinos Cristian y Johana, el cordobés Agustín y el salteño Gabriel empezaron a vivir, y por qué no a sufrir, su gran noche.
Apoyados por multitudinarios móviles desde cada una de sus provincias, ya un clásico del ciclo, fueron encarando el tramo final de la aventura, entre agradecimientos y llantos. También hubo tiempo para que, mientras la gente votaba, cantaran un par de temas cada uno, para que Agustín admitiera que "representar a Córdoba es lo más fuerte que me ha pasado en la vida", para que Johana confundiera a todos cuando señaló que en la última semana -ella sola con tres hombres- "me trataron como... ¿una morsa, se dice?" (?), para que Marley, tal vez llevado por la emoción, apuntara que "en este momento, no sólo la Argentina, sino todo el mundo, a través de Telefé Internacional, está viendo los colores de Palmira (el pueblo mendocino del ganador)" y para que a lo largo de la noche repitiera hasta el hartazgo dos palabras: impresionante e increíble.
A las 23.19 se cerró la primera votación que, 20 minutos después, arrojó el primer resultado: Johana quedó cuarta y Agustín, tercero. Luego de la actuación de Nacho, un ex participante, definido por Marley como "una mezcla de Marilyn Manson y Atahualpa Yupanqui", fue tiempo de consagrar al vencedor. Tiempo de llantos y de "no poder creerlo" por parte del ganador y del segundo.
Punto final para Operación triunfo IV, punto de partida para un puñado de ilusiones.